La
Gran Vía es, sin duda, la calle más representativa de Majadahonda y también,
sin duda, la más transitada. Antes y ahora. Desde que la Dirección General de
Regiones Devastadas emprendió la reconstrucción de este pueblo arrasado por la
guerra dotándolo de un nuevo trazado urbano donde antes solo había campo, e
incorporando el Camino Ancho situado por entonces en los arrabales como nuevo
eje de comunicación que servíría no solo para conectar las nuevas
construcciones con el casco viejo sino como ruta directa de enlace entre las
localidades situadas al norte y al sur de este municipio, la Gran Vía cobró un
protagonismo que sigue vigente en nuestros días. Antes, como una de las pocas
calzadas pavimentadas por donde circulaba el tráfico (más de paso que propio) con
aceras bordeadas con jardineras de ladrillo que protegían a los caminantes de los
vehículos y salvaban las diferencias de cota entre ambas. Luego, como vía
rápida en ambas direcciones en las que se instaló uno de los primeros carril-bici
de la provincia, que quedaba separado de los coches con una baranda metálica
llena de jardineras de uralita. Y más tarde, convertida ya en ruta peatonal,
con una fisonomía parecida a la actual, escondiendo el tráfico de vehículos
bajo un túnel subterráneo.
Además
es, sin duda, la calle más bonita del municipio. Larga, amplia y despejada;
arbolada con hileras de magnolios y liquidámbares; con esa cierta uniformidad
en las fachadas de los edificios que la conforman en tonos mayoritariamente
blancos….Si a eso añadimos su linealidad prácticamente ininterrumpida a lo
largo de los más de 5 hectómetros que recorre entre las Jardinillos y la plaza
de Colón, y otro largo más que suma por su ampliación hasta la calle Rosalía de
Castro, y las espectaculares vistas de la Sierra de Guadarrama cuyos montes
asoman por Reyes Católicos, puede decirse, sin duda, que es una vía
privilegiada.
La Gran Vía de Majadahonda |
Sin
embargo, lamentablemente, no todos pueden disfrutarla. Fundamentalmente, a
causa del estado de su pavimento en la parte central. Ésta está solada con adoquines
de labra irregular que van enmarcando cuadrados de losas de granito alternando
zonas lisas y uniformes con franjas en relieve, lo que se traduce en un
verdadero suplicio para las personas mayores o para las que tienen dificultad en
caminar o moverse autónomamente. E igualmente se hace insufrible para quienes
empujan un carrito o van montados en él, de modo que se les castiga a ir dando
incómodos saltitos entre los remanso llanos.
Si
éstos optan por desplazarse a los laterales, que están pavimentados con baldosas
convencionales de bajo relieve, tienen que sortear un buen número de obstáculos
(mesas, sillas, barriles, carteles, macetones, etc.) que colocan los
establecimientos de hostelería incumpliendo las ordenanzas, además de toparse
con mayor número de viandantes que entran y salen de los comercios y bares, y atreverse
a afrontar los cambios de niveles, rampas y acuerdos en los cruces de calles, y
los que algunos de los locales han realizado sin autorización para adecuar sus
entradas al nivel de las aceras sin crear escalones.
Los
vecinos llevamos reclamando desde hace mucho tiempo que se aborde la solución a
este problema de una forma adecuada de tal modo que la Gran Vía cumpla las
condiciones de accesibilidad para todos. Pero, desgraciadamente, ha pasado un
nueva legislatura sin que el Ayuntamiento haya sido capaz de llevarlo a
cabo ni de buscar una alternativa a este problema.
A
pesar de todo, muchos somos los que concurrimos a esa calle para hacer
ejercicio, realizar alguna compra o sencillamente por el simple placer de
pasear. Somos muchos y nos solemos reconocer aunque no nos conozcamos de otra
cosa. Padres con niños, parejas, grupos de jubilados, empleados que terminan
sus tareas, personajes públicos…. Uno de los asiduos era Alfredo Pérez
Rubalcaba. Podías encontrarlo a cualquier hora aunque con mayor frecuencia a
últimas de la tarde. Con su caminar tranquilo, a veces solo a veces acompañado,
hasta hace poco recorría discretamente la Gran Vía de punta a cabo con el
rostro semioculto por una gorra de visera gastada y descolorida. Hoy, sin duda,
andará por otros paseos con su caminar pausado y llevando la misma gorra. Sin
duda que, quienes nos cruzábamos con él, le vamos a echar de menos.
Caricatura de Rubalcaba (Peridis) |
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