sábado, 15 de enero de 2022

Bicis y voluntarios en Majadahonda

Terminamos la breve trilogía que ha dado de sí la lectura del número de diciembre de un periódico local de distribución gratuita, con dos temas dispares, dos noticias muy diferentes que podrían ser consideradas de carácter anecdótico pero que en el fondo tienen toda la categoría que uno quiera darle y, sobre todo, la importancia que merecen.

 

La primera es para mí la más liviana y tiene por objeto dar a conocer la una nueva dotación para la Policía Local. En este caso –se dice- para que puedan patrullar en bicicletas eléctricas, algo que llevan haciendo en los pueblos de nuestro entorno desde hace tiempo y que viene a demostrar una vez más que Majadahonda va en casi todo a la zaga de sus localidades vecinas. La razón que da el Concejal del área, Ángel Alonso, es que con ese medio de transporte se logra “llegar aT todos los lugares donde no es posible hacerlo en coche” y, además, “se puede acceder con material médico como desfibriladores en caso de que sea necesario”.





Nadie puede ir en contra de esta medida. Sin embargo, me permito apuntar algo a las manifestaciones del edil. Va en el sentido de desmentir que la orografía de nuestro término municipal se parezca ni aproximadamente a la de las Bardenas Reales, la región pirenaica, los Picos de Europa o sinuosas geografías de ese tipo; y que, en cualquier caso, las personas que se atreven a merodear por zonas tan complicadas y peligrosas como la Dehesa, el Monte del Pilar o las riberas del Guadarrama (por poner ejemplos de zonas agrestes) no suelen ser propensas a fallos cardíacos, pues normalmente gozan de mejor salud que quienes no ejercitan demasiado las piernas. Algo de lo que, por el contrario, adolecerán los policías municipales de seguir así, al reducir casi a cero el ejercicio que de otro modo tendrían que hacer si las bicicletas no tuvieran ayuda de motor. Claro que eso no es demasiado preocupante porque para eso llevan ellos los desfibriladores a mano.

 

Y por otra parte es una lástima que, según la noticia, la compra de las bicicletas ya se haya efectuado. Lo digo porque si hubieran esperado un poco –y no creo últimamente hayan producido fallecimientos en nuestra ciudad por falta de un desfibrilador en esos parajes- podrían haberse beneficiado del 40% de descuento que unos grandes almacenes de aquí han estado haciendo con motivo de su campaña de Reyes.

 

 

La última reseña, con la cual cerramos estas crónicas, tiene que ver con el voluntariado, esa fuerza oculta que promueve iniciativas y resuelve tantos problemas sociales a los que las instituciones dan la espalda o declaran ignorar. En eso de escurrir el bulto Majadahonda no es una excepción. No quiero decir con ello que todo lo que se hace en este pueblo se lleve a cabo por los voluntarios; ni mucho menos. Pero sí me atrevo a decir (y no creo que esté muy errado) que muchas de las actividades cubiertas por quienes, bien solos o bien a través de las asociaciones sin ánimo de lucro, prestan su servicios, no gozan del merecido apoyo municipal que deberían tener, y que los responsables de estas áreas no muestran tampoco demasiado interés en lo que hacen, a pesar de que en muchos aspectos les sacan las castañas del fuego. Pero, ¡ojo!, cuando se trata de hacerse la fotografía bien rápido que van

 

Una muestra de lo que digo pueden encontrarla en la misma publicación que comentamos. Por un lado, en la página 6 se resalta el reconocimiento municipal de las 800 personas de Majadahonda que desempeñan esa labor, en un pequeño homenaje con motivo de la celebración, el pasado 5 de diciembre, del Día Internacional de los Voluntarios. Asistieron el Alcalde, José Luis Álvarez Ustarroz y los Concejales de Servicios Sociales y de Juventud, que aparecen -como siempre- en el centro de la foto y rodeados de 18 personas seleccionadas entre los voluntarios majariegos de las 14 asociaciones relacionadas en un listado aparte.


 




 

La otra cara de la moneda la encontramos unas páginas más adelante. Se trata de la presentación del “Proyecto Un@+, un reto integrador –leo en la noticia- impulsado por la Fundación Rayo Majadahonda con la colaboración del equipo de fútbol sala de la ciudad y el Colegio “Virgen de Lourdes” de esta localidad. La presentación del proyecto se llevó a cabo en la residencia deportiva de la Selección Española de Fútbol, que como sabemos está ubicada en el término municipal de Las Rozas.

 

Lo primero que uno se pregunta es por qué en Las Rozas y no aquí. Como si no tuviéramos ningún local en nuestro pueblo que pudiera servir para acoger un acto de ese tipo. ¿O acaso no? A los responsables municipales les tendría que dar un poco de vergüenza el hecho de que nuestros vecinos tengan que emigrar a localidades foráneas para poner en marcha sus propósitos y para hacer la presentación de un proyecto surgido y promovido entre sus ciudadanos. Pero eso parece que les da igual o que les importa bien poco. Prueba de ello es que a este evento no asistió ninguna representación del Gobierno municipal. Ejemplar modo de reconocer el esfuerzo de los voluntarios que se dejan la piel para que esa iniciativa salga adelante.





Y otra cosa que resulta preocupante es que el Ayuntamiento se desentienda de la misma y no le aporte ninguna ayuda oficial. Y si no lo creen, que se lo pregunten a una de las personas que más está esforzándose en que este proyecto salga adelante, que no es otro que Antonio Rodríguez, presidente de la sección de fútbol sala del Rayo Majadahonda y ex concejal por Ciudadanos en la anterior legislatura, que anda gastando las suelas de sus zapatos mendigando subvenciones y ayudas de un despacho a otro sin conseguir ningún resultado.

 

En fin, esta es la realidad: fotos sí, ayudas no; y algunas buenas palabras. Pero de implicarse, nada.

 

 

Y hasta aquí el repaso a la actualidad, que quizás deberíamos llamarla más propiamente una actualidad diferida valiéndonos para construir este oxímoron del calificativo que se hizo muy popular hace unos años gracias a la portavoz del Gobierno de nuestro país por entonces.

 

En todo caso y aunque recientes, son cosas que ya pertenecen al pasado y si bien no todas son de escasa entidad, estoy convencido de que ninguno de los asuntos comentados pasará a engrosar los anales de la historia de nuestro pueblo. Además, hemos entrado en otro año distinto, estamos en época de rebajas, las horas de luz se van haciendo cada día más largas, y todo llama a que en nuestro espíritu converjan la esperanza y la ilusión como suele suceder cada vez que comenzamos un nuevo ciclo.



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