miércoles, 6 de noviembre de 2019

Corran, si quieren verlos.

Si a algunos de Vds. les queda todavía un ápice de sospecha de que nuestros representantes políticos son personajes de ficción y que solo aparecen en los periódicos y boletines con motivo de inauguraciones, aperturas y otros eventos gozosos que tienen la finalidad de convencer al personal de que son seres vivos y, además, efectivos, estos días tienen la oportunidad de salir de dudas y comprobar que, efectivamente, existen en realidad.

Esta semana previa a la fecha en que los ciudadanos españoles hemos sido convocados a unas nuevas elecciones generales para votar a los afortunados que ocuparán los sillones del Congreso de Diputados y del Senado, es el único y definitivo plazo en que se desarrollará la campaña electoral para bien de los candidatos, y mucho mejor de los electores que ya estamos un poco hartos de estos aconteceres. Estos plebiscitos están programados para que la renovación o confirmación de los componentes de las Cortes Generales de nuestro país se haga cada cuatro años, algo parecido a las Olimpiadas solo que a éstas acuden los atletas o equipos que han demostrado su condición sobresaliente en las respectivas disciplinas, y a aquellos suelen concurrir los que más voces pegan o mejor saben mentir. Cuatro años es tiempo suficiente para que los deportistas mejoren sus registros a base de esfuerzo personal y entrenamientos, y también para que los políticos se den cuenta de que apenas han hecho nada, y los votantes descubran lo mismo pero también que las arcas (las suyas propias y las del Estado) están un poco más vacías.

Las consultas generales suelen alternarse con las locales que, por eso de dotarlas de un poco más de empaque e interés, las hacen coincidir con las autonómicas y, cuando tercia, con las del Parlamento Europeo. Pero a veces concurren diversas causas que provocan el cambio de las fechas previstas, reduciéndose o ampliándose en el tiempo los intervalos de separación entre ellas como está sucediendo en esta ocasión. En este caso el motivo principal ha sido la ineptitud de los políticos para ponerse de acuerdo en los prolegómenos, es decir, en los pactos previos entre partidos que permitan configurar un gobierno con capacidad de maniobra para llevar las riendas del país, y para que éste siga funcionando mínimamente y, si es posible, incluso avance. Pero, por lo visto, ni para eso valen. Y de esta manera nos vemos avocados a repetir los comicios después de haberlo hecho unos meses antes, y a tener que soportar de nuevo el bochornoso espectáculo de una nueva campaña electoral que, aunque más corta, sigue el mismo tono que las precedentes estando plagada de malos actores que suplen con aspavientos, mentiras, insultos y necedades sus defectos y carencias para la interpretación en un teatro al que las personas normales y educadas tenemos que asistir casi obligados.

Y digo yo que si estos comediantes son tan malos y demuestran su incapacidad en los ensayos del primer acto, qué no ocurrirá cuando la obra avance en dramatismo e intensidad y tengan que hacer frente a los primeros retos importantes. Y cuando barrunto sobre eso no puedo dejar de preguntarme por qué vuelven a presentarse los mismos actores. ¿No sería mejor elegir a otros que apunten maneras y que no adolezcan de los mismos tics e impedimentos?

Contagiados por el festival electoralista, en los pueblos de nuestra geografía los partidarios de las distintas formaciones políticas se prestan raudos al juego repartiendo propaganda, instalando chiringuitos con sus respectivas señas de identidad y, a falta de propuestas más interesantes, ofrecer globos, chapas, banderitas y otras mercaderías a modo de engatusadores abalorios.

Políticos y ciudadanos durante la anterior campaña electoral en Majadahonda (Europa Press)

En la Gran Vía de Majadahonda estos días pueden verse carpas y puestos donde los partidos constitucionalistas que acuden a las urnas y tienen representación municipal (PP, Ciudadanos y PSOE), uno que la tuvo pero que se ha quedado sin ella (Podemos), y otro (Vox) que, siendo no muy amigo del orden existente y más inclinado a mirar al pasado, ha conseguido no solo la representación en el Consistorio sino además formar parte de su Equipo de Gobierno. Y por ahí andan colocando sus puestos y estandartes. A veces uno al lado del otro, a pesar de que sus ideologías sean contrapuestas; otras, enfrentados aunque sus mensajes sean parecidos y hablen el mismo lenguaje. Pero lo cierto es que casi nunca se ponen en el mismo sitio dos días seguidos. No sé si el carácter mutante de estas inestables localizaciones tiene que ver con la volatilidad del apoyo ciudadano (no creo que sea éste el caso de nuestra ciudad), obedece a algún sorteo o acuerdo previo, o simplemente los más madrugadores son los que escogen las mejores posiciones.

Tampoco, a decir verdad, me preocupan mucho las razones. Pero me ha llamado la atención que más de los días de Mercadillo las carpas del Partido Popular y de Vox hayan estado situadas una frente a otra junto al callejón de medianerías que conecta con el zoco  atravesando la calle del Cristo. Una buena elección por ser el sitio más concurrido, lo que me hace recelar si en tamaña suerte no tendrán algo que ver los privilegios de regir el municipio. Posiblemente sea simplemente una casualidad el hecho de estar próximos; pero lo mismo es una decisión estratégica detenidamente estudiada para vigilarse mutuamente y poder comprobar que ninguno de ellos se desmarca de los compromisos que adquirieron en su pacto por la gobernabilidad de este pueblo. En el puesto de logotipos azules podemos ver al Alcalde y a muchos de sus concejales a pecho descubierto (es un decir, claro) sin otra defensa que sus propias caretas y sin las barreras que representan los despachos, las mesas o las trabas físicas y administrativas que normalmente se interponen entre ellos y los ciudadanos. Sí, aunque parezca increíble están allí, mezclándose con la gente del pueblo y situados a su mismo nivel. Hablan, aparentan escuchar, se muestran simpáticos y amables e incluso se esfuerzan por esbozar una sonrisa, dar besos y estrechar manos. Es como un sueño.

De modo que corran, si quieren ver que lo que digo es verdad. Aún tienen dos días más para asistir a ese circo. Después se esconderán en sus refugios hasta la próxima vez. Aunque, quién sabe, lo mismo la próxima vez sea dentro de pocos meses.



No hay comentarios:

Publicar un comentario