Esta semana
me han dado una grata sorpresa. Y en ella han tenido una participación
especial, por una parte el Ayuntamiento y por otra mis hijos, sin que se
hubieran puesto de acuerdo entre sí sino por pura coincidencia. El martes pasado,
cuando regresé del trabajo y dejé las llaves del coche en el recipiente que
tenemos reservado para ello sobre la mesa del despacho, había una revista de
aspecto inconfundible que enseguida reconocí como un ejemplar del boletín
municipal. “Vaya” –pensé- “no sé cómo aparece aquí un número
atrasado si normalmente los tiro a la bolsa del papel reciclado cuando sale un
nuevo número, y, que yo sepa, el último que leí fue hace meses. Será, entonces,
que andaba por ahí perdido y alguien lo ha encontrado”.
Acerté solo
a medias. Efectivamente, se trataba de la revista municipal; pero no de un
número atrasado sino del más reciente, que habían recogido mis hijos menores, cuando volvían del colegio, del cajón para
propaganda comercial que hay junto a la garita del vigilante. La pequeña, convencida
de lo mucho que estimo esa publicación, posiblemente porque durante algunas
cenas hemos comentado cómo la echamos en
falta a la hora de consultar las actividades infantiles de los fines de
semana, debió de entender que dejarla en mi mesa era el mejor regalo que me
podían hacer esa tarde. Y, en cierto modo, acertó.
Si quieren
que les sea sincero les diré que personalmente había perdido la esperanza de
que volviéramos a verla en nuestros buzones. Después de seis meses de ser
retirada sin advertimiento previo (el anterior número corresponde a septiembre
de 2021), de buenas a primeras y sin que tampoco nadie diga por qué, la revista
vuelve a estar disponible para los vecinos. Tenerla de nuevo en mis manos era
por ello motivo suficiente de asombro. Pero, además, no podía defraudar a mi
pequeña, que esperaba con su carita expectante mi reacción al ver el obsequio
que tan cariñosamente había conseguido. Por ambas razones no tuve que forzar
mucho un gesto que denotara admiración y agradecimiento, y mucho menos una
sonrisa de oreja a oreja y un amoroso abrazo para ella y su hermano, partícipes
y cómplices en la preparación de la dádiva filial.
Ya he dicho
en más de una ocasión que no soy un forofo del boletín municipal ni que su
contenido me llegue a entusiasmar precisamente. De ello tiene la culpa tanto la
edición en sí de la propia publicación como los redactores responsables de los
textos, de los cuales no puede decirse que sean
ni muy brillantes, ni algo más simple y para lo que no es necesario tener dotes especiales:
para poner en práctica la imparcialidad de las noticias. En este último aspecto
cabe destacar que, lamentablemente, la revista municipal es más bien un boletín
de propaganda del Equipo de Gobierno que una publicación objetiva e
independiente, y que se afana en resaltar todo lo bueno que sucede en nuestro
pueblo como resultado de su buena gestión, y prescinde de mencionar las cosas
no tan buenas que pueden acarrear una crítica a los quehaceres o negligencias
de los responsables municipales.
En todo
caso, y como ya se ha dicho en otras
ocasiones, a pesar de ser muy mejorable, el boletín es necesario para que
los ciudadanos estén al día de lo que ocurre en este pueblo, tengan
conocimiento de las mociones que se debaten en los plenos, y conozcan los hecho
y acciones de las que se vanaglorian cada uno de los grupos políticos que
componen el Consistorio. De hecho, esta publicación ha sido mencionada en muchas de las entradas de este blog (baste citar algunas como, por ejemplo, las de los días 6 de abril, 27 y 30 de octubre y 22 de diciembre de 2021) como hoja de referencia para diversos temas.
Portada de los dos últimos boletines municipales de Majadahonda |
El ejemplar que ahora tengo en mis manos corresponde al presente mes de marzo y lleva el número 65, es decir sigue la numeración correlativa desde el precedente que, como ya hemos comentado, era de septiembre del año pasado y tenía el número 64. Eso en lo que se refiere a la edición impresa, porque si descargamos la versión digital del la página web municipal nos encontraremos con una nueva sorpresa: ver que la revista de marzo lleva la misma numeración de la precedente, tal como se puede comprobar en las imágenes insertadas. Cosas de proceloso mundo de los ordenadores, supongo.
Esta circunstancia (la de la separación temporal de ambos ejemplares, no la de los errores de numeración que tiene trazas de misterio) nos plantea una capciosa pregunta: ¿será que los responsables
de esta publicación que normalmente
tiene una periodicidad mensual –regularidad bastante razonable-, hayan decidido
que en lo sucesivo vea la luz cada seis meses? No crean que es una pregunta baladí porque
tiene su miga. Si así fuera, evitarían
la carga de tener que estar pendiente de ella durante un buen periodo de
tiempo quitándose un peso de encima (o, mejor dicho, diez pesos de encima, que
son los ejemplares que se esfumarían al cabo del año). Y también tendría la
ventaja de que, de esa manera, para llegar al número 100 habría que esperar al
año 2039, con lo cual hasta entonces no sería necesario introducir ningún
ajuste en la tipografía para añadir en la portada el nuevo guarismo para las
centenas.
En otro
orden de cosas y sea cual sea la causa de esa sustracción, cualquiera puede
pensar que este impás hubiera sido una ocasión que ni pintada para someter a la
revista a la catarsis que demandan los partidos políticos de la oposición y
muchos de sus lectores, con el fin de hacer de ella una publicación más
interesante y plural. Pues, lamentablemente, no ha sido así; no se aprecia
ningún cambio. Es como si para sus editores no cupiera ninguna mejora, tal vez
porque están convencidos de que su versión actual está muy bien y nada hay que
cambiar pues no es necesario, o tal vez para dejar bien claro a los demás quién
es el que manda.
En efecto,
todo sigue igual: el formato de la revista se ajusta a las mismas pautas que rigen
en el número de septiembre tanto en la maquetación, el número de páginas, el
diseño de la portada, y el cierre con un único motivo a toda plana sobre un
tema de actualidad, como asimismo en la distribución de su contenido. Y, una
vez comprobada a buena vista esa ordenada similitud, empiezo a hojear con mayor
detenimiento.
Lo primero
que me llama la atención es la plana de cabecera, cuyo diseño es el mismo desde
bastante tiempo y que está compuesto de cuatro fotografías con pie de texto:
una grande centrada, y otras tres de menor tamaño situadas debajo de la
principal. Si comparamos los dos últimos números vemos que en ambas, las fotos
de mayor importancia tienen un nexo común cuyo protagonista es la infancia. En
la de ahora, el motivo es la renovación de las zonas infantiles en parques y
colegios; en la anterior, el centro de atención era la vuelta al cole de 10.000
alumnos que volvían a las aulas tras las obras realizadas en los centros
públicos.
Tanta
preocupación demuestra que para nuestros dirigentes municipales los niños
ocupan un lugar importante en sus programas, lo cual es muy de agradecer. Pero
uno no puede menos que dudar si esa insistencia en resaltar acciones
municipales que pretenden glorificar el
buen hacer de dos concejalías (la de Infancia y Familia, y también en cierto
modo de Juventud, ambas ocupadas por ediles de Vox) no obedece a una concesión
que el grupo Popular ha tenido que hacer para seguir editando la revista. Una
especie de premio de consolación que compensara el fracaso de la moción
presentada por ese grupo para que esta publicación dejara de existir.
Extracto del la página 36 del último boletín |
Otra observación que quisiera resaltar se refiere a la página 3, espacio reservado para la que el Alcalde haga una introducción-resumen de los temas que él considera pueden resultar más interesantes para los vecinos. En este sentido me resulta incomprensible que se eluda dar una explicación o un breve comentario sobre los motivos que han justificado esta suspensión de la edición de la revista durante los últimos seis meses ni sobre el porvenir que le espera. Es como si no hubiera pasado nada y como si nadie deba dar cuenta de esta sustracción y que se pueda hacer y deshacer a su antojo con lo que pertenece de alguna forma a la comunidad como es el derecho a la información.
Claro que en
eso de escatimar información da la sensación de que el Sr. Álvarez Ustarroz
está resultando ser un experto. Con la misma destreza que evita explicar nada
acerca de la revista, soslaya cualquier comentario sobre la pretendida
demolición de la piscina de Huerta Vieja que tanto está soliviantando a la
población en general. Ninguna aclaración a las preguntas que se le hacen acerca
de una decisión que va en contra de los informes técnicos que concluyen con la viabilidad
de la reparación. Sin embargo, a nuestro alcalde parece que le preocupa mucho
más hablar de la dinamización de la ciudad y la ayuda a la hostelería local -¿a
qué les suena eso?- para lo cual no duda en aplicar remedios tan eficaces como
lanzar una nueva edición de jornadas gastronómicas. Que conste que no digo yo
que no sean interesantes para el pueblo y sus habitantes (al fin y al cabo a
quién no le gusta degustar un buen aperitivo), pero hemos de reconocer que
tienen una relevancia insignificante comparada con los temas verdaderamente
preocupantes.
El saludo
del Alcalde contiene otras perlas en formato comprimido y algunas notables omisiones
dignas de ser comentadas, pero dicen los entendidos que la extensión de una
entrada de bitácora debe ser lo suficientemente comedida como para no cansar a
quien la lee. Y esa es una norma que me atengo a respetar. Así, pues, lo
dejaremos para otra ocasión.
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