Poco
a poco va adquiriendo nuestro pueblo ese aire especial que precede a las
fiestas. Este año vienen más atrasadas de lo habitual, dándose la circunstancia
de que hay menos niños por la calle dado que ya ha empezado el curso escolar, y
eso quieras que no hace que estos prolegómenos sean un poco más aburridos
porque son las personas de corta de edad quienes viven esos días con mayor
alboroto. Dicen que este retraso ha sido obligado por cuestiones de calendario,
pero lo que yo creo es que se ha hecho con el propósito de ajustarlas a la
meteorología, ya que sería un atentado imperdonable que las fiestas no coincidan
con mal tiempo y bajada de temperaturas más allá de lo normal para esta fechas,
cumpliendo la tradición de tener que coger el paraguas y alguna prenda de
abrigo para echársela sobre los hombros al caer la tarde.
En
la Gran Vía ya penden de hilos casi invisibles el tendido de guirnaldas de
luces que iluminarán la noche con bombillas de colores, este año más pequeñas
de lo normal y con forma de murciélago con alas extendidas y cabeza de
margarita gigante, una extraña combinación que esperemos solo sea una mera casualidad
y no tenga otras connotaciones con esos mamíferos que gozan de la mala fama de
chupar la sangre de los desgraciados a quienes muerden. Confiemos, pues, en que
a pesar de su reducido tamaño sean bonitos y acompañen con su luminosa policromía la
desbordante alegría de la gente.
Guirnalda luminosa en el Gran Vía |
Por
la Gran Vía van también apareciendo mostradores junto a los bares y otros establecimientos
de hostelería que son como extensiones temporales de sus territorios con el fin
de ofrecer sus servicios más cerca aún del ciudadano y seducirle con sus respectivas
especialidades en el Concurso de Tapas, que ya va por su duodécima edición y
que se ha ganado un puesto significativo en las fiestas patronales de esta
localidad. Del mismo modo, estas instalaciones provisionales que no son otra
cosa que barras complementarias a pie de calle o bien tenderetes, aparecen incipientemente situadas en
lugares estratégicos donde normalmente no hay nada, para solaz del público que asiste a los festejos taurinos u otras
actividades concurridas. Los más atrevidos, incluso colocan tendeles con banderitas
de colores, que siempre dan un sabor más festivalero al negocio.
Barra instalada en la Gran Vía |
Barra instalada en la plaza del Duque de Alba |
Pronto
llenará la calle el mercadillo temático que en esta ocasión corresponde a
tiempos del Imperio Romano. En realidad lo único que diferencia este mercadillo
de otro cualquiera son los ropajes que llevan los mercaderes, y en muchos casos
ni siquiera eso porque hay poca diferencia entre la indumentaria que se ponen
para uno u otro evento, de tal manera que uno no sabe si está en los primeros
siglos de nuestra era o en el Medievo tal es la semejanza de blusones y sayos
que se colocan los tenderos. En cualquier caso, todo ese decorado no deja de
ser una pantomima porque los productos que se exhiben en los puestos son
totalmente actuales y no de aquellas épocas, y se pagan en euros contantes y sonantes y no en
maravedíes o sestercios.
Por
la calle de Santa Catalina y la plaza de Morrones avanza el montaje de
talanqueras que canalizarán las carreras de los encierros hacia la plaza de
toros, ahora inexistente pero de la que ya puede adivinarse su coso por la arena
que actualmente se extiende en Las Erillas y donde en pocos días se oirán los
olés y vítores que desde las gradas obsequiarán a los diestros en el arte del
toreo y los recortes.
Talanqueras en la plaza de los Morrones |
Formación del coso para la plaza de toros en Las Erillas |
No
tardarán mucho en llegar al Recinto Ferial las atracciones y casetas de comidas,
donde chicos y grandes disfrutarán con la diversión y con calmar el apetito
sentados en mesas llenas de grasa, mientras respiran el olor a fritanga
mezclado con el polvo y el ruido de bocinas, sirenas y charlatanes a elevados decibelios. Por lo visto, este año no se va a instalar la gran
carpa que ofrecía los conciertos de pago, no se sabe muy bien si obedeciendo a
un impulso de eliminar barreras económicas o a la necesidad de aquilatar
presupuesto. Así que, por primera vez en mucho tiempo, en estas fiestas todas
las actuaciones serán al aire libre en la Plaza de Colón y gratuitas.
Y,
en breve, las peñas colmarán de petardos, música y ruido el ambiente todavía tranquilo
de nuestra ciudad. Ya huele a fiesta en Majadahonda y en cuestión de horas esta
ciudad despertará a la bulliciosa algarabía de las celebraciones de su patrono,
el Cristo de los Remedios, si no hay nadie que remedie ese cristo.
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