Dicen
que los gitanos no quieren buenos principios para sus hijos. Supongo que cuando
hablan de eso se refieren a sus comienzos, es decir, a sus primeros pasos por
la vida y no a las reglas o normas que
orientan las acciones de los seres humanos y que modelan las facultades
espirituales racionales en la búsqueda de la felicidad a través del respeto y
la convivencia con sus semejantes. En eso los gitanos, como cualquier otra raza
o cultura, son igual a los demás. Aunque vete tú a saber; porque si tenemos en
cuenta lo que piensan algunos respetables ciudadanos al respecto nos echaríamos
las manos a la cabeza. No hay más que recordar los comentarios de nuestro anterior
alcalde Narciso de Foxá hace unos meses, al ser interpelado sobre el aumento de
los delitos por robo en nuestro pueblo. Venía a decir que el índice de
criminalidad en la localidad había aumentado porque las cifras suben debido a
que “hay cuatro gitanos robando cosas"
en un centro comercial del municipio. Eso sí que es un desplante torero
y no los que hace el diestro José Tomás en sus tardes de lidia.
Volviendo
a lo que decíamos al principio, o sea, a eso de los malos principios, y si todo
lo que comentaba puede considerarse correcto y se ajusta a la verdad, nuestro
nuevo alcalde José Luis Álvarez Ustarroz de ser gitano (que no creo que lo sea)
sería un hijo ideal. Porque, la verdad sea dicha, sus comienzos en el cargo no
pueden ser peores.
Según
se ha hecho público en varios medios informativos el Partido Popular llegó a un acuerdo con Vox antes de la investidura para (según dicen sus portavoces)
establecer un pacto que garantice la gobernabilidad del municipio. Mala
elección desde mi punto de vista. Primero, porque cualquier acercamiento a la
extrema derecha no pude ser visto sino como cierta sensación de debilidad o de falta
de seguridad en su propia capacidad de gestión y, cuando menos, como una
concesión inaudita de un partido político que ha escogido la vía democrática
para el desarrollo de sus planteamientos hacia otro que propugna todo lo
contrario. Segundo, porque cualquier pacto con un grupo intransigente, con
mentalidad e ideologías extremistas no puede menos que augurar pésimas consecuencias
que no tardarán en ir aflorando. Tercero, porque como ya se ha visto en el
cambio de cromos, el partido verde (que, aunque parezca por el color elegido,
no tiene nada de ecologista) no se ha conformado con una participación secundaria
en las tareas de gobierno, sino que se ha llevado de un plumazo las áreas de Familia, Juventud y Nuevas Tecnologías.
Probablemente
el Partido Popular haya estimado que ceder esas concejalías a sus socios no
tiene demasiada importancia por tratarse de áreas de escasa repercusión en los
verdaderos negocios que se cuecen en un municipio (concesiones administrativas,
adjudicaciones, pelotazos urbanísticos, etc.), lo que demuestra una falta de
miras realmente preocupante. Porque esas parcelas consideradas “menores” son
precisamente sobre las que se pueden ejercer una influencia muy perjudicial en
temas tan importantes como son la orientación de niños y jóvenes y el modo de
comunicarse, y por lo tanto deberían haberse blindado a la intervención de partidarios
de tendencias retrógradas y extremistas como lamentablemente ha sucedido.
La nueva Corporación municipal, tras la toma de posesión de sus cargos el pasado 15 de junio |
Cualquier
ciudadano medianamente sensato valora el resultado de las elecciones municipales
del 26 de mayo como un escenario inesperadamente favorable para los populares,
quienes aun habiendo sido protagonistas de una pobrísima gestión en la pasada
legislatura, solo perdieron un concejal de los once que tenían, y en cambio
consiguieron erradicar de la Corporación a los grupos municipales de la
izquierda (Somos Majadahonda e Izquierda Unida)
y a los Centristas de Mercedes Pedreira, que eran sin lugar a dudas los
elementos más molestos para los populares por su incidencia y perseverancia en
asuntos muy discutibles, siendo en muchos casos el único contrapunto a la melodía
monocorde de las tesis conservadoras. De este modo, y aun cuando la alternativa
cada vez más confusa que representa Ciudadanos y la meliflua tibieza en que se
ha convertido el PSOE hubieran obtenido dos concejales más de los que contaban
cada uno, la perspectiva de un gobierno en solitario se percibía como una opción
perfectamente viable sin necesidad de buscar el apoyo por compromiso con un
socio incómodo.
Espero
y deseo que lo que yo veo como un grave error de estrategia no llegue a
convertirse en una pesada losa para el Sr. Álvarez Ustarroz que lo sepulte
políticamente, pero mucho me temo que gobernar un navío con ese lastre no será
una tarea menos difícil que haber elegido navegar en solitario. Quizás para
algunos vecinos de raza gitana esos inicios no hagan más que aumentar sus expectativas
sobre un halagüeño futuro para nuestro alcalde. Pero para la mayoría de los
ciudadanos de este pueblo, entre la que yo me encuentro, esos comienzos no
tienen ni pie ni cabeza.