lunes, 9 de marzo de 2020

Actos bárbaros en Majadahonda

En los libros de historia no consta que Majadahonda fuera objetivo de los pueblos bárbaros que invadieron la península cuando nuestro reino todavía no existía como tal, ni tenía una identidad que reuniera las diferentes nacionalidades que hoy componen nuestro país. Por entonces, nuestro pueblo no había surgido aún como un asentamiento de pastores y agricultores y sería una mota perdida de tierra en la geografía que constituían los páramos de transición entre las tierras de montaña y las vegas de los ríos que antaño regaban con generosidad estas lomas y que hoya apenas llevan agua estancada y sucia.

Tal vez, en algún momento, las bandadas de nórdicos empujados por las migraciones indoeuropeas pasaran de largo por aquí sin detenerse ni siquiera a descansar de sus correrías, pero no lo sabemos con seguridad. Sin embargo, ahora parece que por la Casa de Cultura han pasado los vándalos. De un día para otro del vestíbulo de nuestro querido y significativo centro han desaparecido varios elementos característicos instalados en ese espacio que los majariegos ya considerábamos como parte indisoluble de él, tan familiares e integrados como estaban en el foyer de la sala. Me refiero concretamente a los siguientes: la placa conmemorativa dedicada a Carmen Conde, escritora que da nombre al edificio, que ocupaba una de las pilastras que franquean la segunda puerta de acceso; la vitrina de madera conteniendo premios y trofeos que colgaba de la misma pared un poco más a la izquierda; y el mosaico de fotografías que cubría desde hace años la superficie del anodino lienzo que cierra el vacío de planta primera justo en la entrada.

La placa se descubrió el miércoles 21 de noviembre de 2007 con motivo de un acto institucional en conmemoración del centenario del nacimiento de la prestigiosa escritora, que falleció en nuestro municipio once años antes, y nuestro alcalde, que por entonces era Narciso de Foxá, descorrió la cortinilla en presencia de varios académicos, autoridades y gente de letras. A dicho acto siguió una exposición dedicada a su obra.


Pagina 30 del boletín municipal nº 76 (noviembre de 2007)

La vitrina de trofeos estaba situada a la izquierda de la entrada en el machón contiguo a la puerta lateral. Era un cajón de madera de poco fondo y puertas correderas de vidrio donde se guardaban placas, trofeos y pequeñas estatuillas de certámenes, concursos y festivales.

El mural fotográfico consistía en un mosaico polícromo de instantáneas realizadas por alumnos del taller municipal de fotografía. Conformaban una simpática sinfonía de color que un buen día apareció cubriendo el frontal sobre las puertas de acceso, y cuyo peso propio focalizaba la atención del observador cuando este dirigía la mirada hacia las alturas distrayendo de los ojos curiosos la infumable cubierta traslúcida llena de porquería y los toldos que cuelgan de ella.

Lo curioso es que ahora las paredes donde antes colgaban estas piezas se hallan completamente desnudas, mostrando claramente la carencia de pintura y dejando a la vista las costuras y cicatrices que ha dejado el expolio, léanse tornillos, desconchones y restos de pegamento y cintas adhesivas. Lógico sería deducir que cuando gente civilizada comete estos ultrajes lo hace con un interés especial, como puede ser eliminar signos ofensivos o molestos para colocar otros en su lugar. Pero este caso no se entiende muy bien, pues los signos retirados no eran nada ofensivos ni tenían una orientación política especial, y por otra parte tampoco han sido sustituidos por otros ni por nada. De ahí que me incline a pensar que hayan sido hordas de salvajes las que han perpetrado estas acciones.


Anodino estado que presenta actualmente el vestíbulo de la Casa de Cultura de Majadahonda

No obstante, la normalidad que impera entre los empleados que trabajan en el edificio, y el hecho de  que este acto despiadado no haya salido en las noticias me deja en dudas sobre la autoría de tales desmanes. No quiero sospechar ni por un momento que este despropósito institucional haya partido del partido (que gobierna) u obedezca a una iniciativa municipal, pero mucho me temo que ese rechazo a no admitir lo que para cualquier persona normal resulta inconcebible, ese empecinamiento en no aceptar lo increíble, me conduzca a dejar de reconocer la pura verdad. Y esta no es otra que la orden de retirar estas piezas ha partido de quien lleva las riendas de esta área de gobierno.

Luis Blanco Valderrama es Licenciado en Ciencia Política por la Universidad Complutense de Madrid y ha sido politólogo y consultor político durante casi 20 años en la administración local, en diferentes departamentos y concejalías del Ayuntamiento de Madrid. Actualmente es el Concejal de Cultura de Majadahonda, cargo que ostenta desde principios de legislatura. De política y de consultoría deberá entender mucho, pero lo que es la cultura le debe caer un poco grande o traerle sin cuidado. El Sr. Blanco de momento no se ha hecho acreedor a su puesto y no solo se llevará la pírrico honor de ser el edil bajo cuyo mandato la programación cultural de nuestro pueblo ha caído a mínimos históricos sino que, no contento con esta gesta, se le recordará también como el audaz valiente que desmontó los vestigios que acreditaban que en otro tiempo nuestro Ayuntamiento hacía algo por el entretenimiento y la cultura de sus ciudadanos. Y, quien sabe a qué más distinciones hará méritos.


Luis Blanco Valderrama, Concejal de Cultura

Claro que, en escalafón de personalidades distinguidas no estará solo. A su vera tendrá a nuestro actual Alcalde, José Luis Álvarez Ustarroz, que le ha colocado en ese puesto y que permanece impávido ante sus descalabros, mientras ve cómo languidece nuestro municipio; y la Casa de Cultura, al mismo ritmo que lo hace el resto de la ciudad en todos sus aspectos.



sábado, 29 de febrero de 2020

Revuelta deportiva en Majadahonda

Los deportistas aficionados, esos angelicales seres que no se meten con nadie y que emplean muchas horas de su tiempo libre (o que deberían dedicar a otros menesteres) a practicar actividades sanas y normalmente no beligerantes, andan últimamente un tanto revueltos en nuestro pueblo. Yo pensaba que la práctica deportiva apaciguaba los ánimos y las tensiones ajenas a ese ejercicio, por concentrar en éste toda la agresividad, el amor propio, el sentimiento de odio, de revancha, las frustraciones y…, en fin interminable lista de complejos que solemos portar los seres humanos normales. Y que bastaba con machacarse el cuerpo de mala manera durante un tiempo seguido y a todo meter, de las miles de maneras posibles que la vida actual nos ofrece, para calmar todas las exigencias y reivindicaciones que cualquier habitante de una sociedad avanzada y democrática como la nuestra puede llegar a entender como derechos.




Pero, por lo visto no es así. Los 24 clubes deportistas locales de Majadahonda se han servido del grupo municipal socialista para poner en evidencia que desde hace tres años no reciben las subvenciones asignadas en los presupuestos de los tres últimos ejercicios, a pesar de que en cada uno de ellos se incluye una partida de 60.000 euros para este fin.  Yo creo que esta reivindicación está fuera de lugar y voy a tratar de explicarlo.

En primer lugar hay que partir de la premisa de que hacer deporte es una opción electiva y suele responder a un prurito que tiene que ver más con el deseo de satisfacción personal, de conseguir una buena figura o de pasar un buen rato que con otra cosa que redunde en beneficio colectivo. Y pretender que el Ayuntamiento subvencione a los ciudadanos que lo practican y que se lo pasan bien con ese ejercicio es como intentar que el Consistorio nos pague las entradas para ir al cine o al zoológico. ¡Hasta ahí podríamos llegar!

En segundo, no hay que perder de vista que para nuestro Equipo de Gobierno –estoy hablando tanto del actual como de legislaturas anteriores- el deporte es una cuestión secundaria dentro de las prioridades municipales, y que por supuesto es más importante gastarse 180.000 € (es decir, lo que suman las subvenciones que se les deben a los clubes) en una buena iluminación navideña como la que se instaló en diciembre y de la cual han disfrutado todos los majariegos, que tirar el dinero para que unos cuantos chalados puedan comprarse equipaciones o pagarse los viajes para participar en sus competiciones, ya sean regionales o nacionales, por el simple hecho de dar cuatro patadas a un balón, o palmetazos a una pelota para pasarla al otro campo o meterla en una cestita. ¡Faltaría más!

Y en tercer lugar, me parece propio de la más absoluta impertinencia que el dinero con que contribuimos todos los ciudadanos vaya a parar a favorecer a unos pocos frenéticos. Bastante hacemos con no pedirles un impuesto especial por usar la calle para sus correrías y soportar sin rechistar la peste a sudor que echan cuando pasan a nuestro lado, o los sustos que nos dan cuando irrumpen sigilosamente por detrás dando zancadas como energúmenos.

Dice el PSOE en su ataque desestabilizador, inoportuno y  desacertado, que la comparativa con otros municipios vecinos resulta alarmante, pese a que en Majadahonda más de 35.000 vecinos practican deporte habitualmente. Y aporta estos datos: Pozuelo de Alarcón destina una cantidad de 237.470 euros para 19 clubes municipales; Las Rozas destina 131.000 euros para un total de 18 clubes municipales; y Torrelodones reparte una cantidad de 72.000 euros para 9 clubes. Eso para mí son ganas de enredar y de crear tensión en nuestra apacible paz ciudadana. Cada pueblo hace con sus impuestos lo que considera adecuado. Y si nuestros alcaldes consideran prioritario gastarse buenas sumas de dinero en poblar rotondas, parterres y macetas con flores de temporada cada trimestre en lugar de dar unas limosnillas a los pirados que salen a correr, a pegarse con otros o a montar en bici haciendo rodadas por el campo o entorpeciendo el tráfico, hemos de pensar que por algo será.

Además, los socialistas han añadido que clubes como la ‘Asociación Deportiva Benito Pérez Galdós’, ‘El Tejar’ o el ‘Club K2’ reciben poco más de 500 euros; que el Club de Atletismo difícilmente es capaz de mantener a sus deportistas más laureados por falta de ayudas municipales;  y que el ‘Puerta de Madrid’, a pesar de tener 400 deportistas inscritos, no recibe ninguna subvención por parte del Ayuntamiento. Y yo digo: allá ellos, el que algo quiere alago le cuesta. Cuando uno se decide a meterse en un club ya sabe que las cosas no son fáciles y que tiene que contribuir con cuotas; no pensará que los demás vamos a sufragar sus vicios.

El PSOE majariego sigue con su matraca poniendo como ejemplo al ‘Club de Rugby de Majadahonda’, cuyo equipo femenino ha sido tres veces consecutivas Campeonas de la Copa de la Reina y sin embargo solo han percibido 3.300 euros desde el año 2012. Pero bueno ¿qué más quieren? ¿Les parece poco que el Ayuntamiento haya invertido más de 300.000 € en cambiar la hierba y el drenaje del campo donde juegan para que las nenas no se manchen de barro?


El Alcalde y los concejales  de Deportes y Urbanismo en su visita a un entrenamiento en el campo de Rugby remozado

Creo sinceramente que los deportistas de este pueblo están perdiendo el norte con tanta exigencia.La guinda a este pastel de descontento ha sido un hecho inaudito que ha tenido lugar hace poco y ha ocupado espacios en la prensa digital e impresa, en los foros vecinales y en la televisión regional: la denuncia de los usuarios del Polideportivo Huerta Vieja por no tener calefacción ni poderse duchar con agua caliente. Por lo visto han sido solo unas 200 personas las que ha protestado por esta situación, cifra realmente insignificante que apenas alcanza el 0,3% de la población, por lo que no merecería la pena ni mencionarlo. Pero, en cualquier caso, es que no llevan razón. Vamos a ver, ¿no saben que una buena ducha con agua bien fría es el mejor tonificante después del ejercicio? ¿No hacen eso los nórdicos, y mira qué sanos están y qué buenos cuerpos tienen? Y en lo que respecta a la calefacción ¿dónde se ha visto que se necesite cuando se hace deporte? Y, además, ¿para qué quieren tener calefacción con el tiempo primaveral que hemos disfrutado en esas fechas?

Yo, la verdad, estoy por dirigirme al Concejal de Deportes, Eduardo González-Camino, para alentarle en su postura, manifestarle mi apoyo y ponerme a su disposición para echarle una mano en su postura de desatender tantas protestas y en lidiar con gente desagradecida que te pide dinero por hacer lo que más le gusta. Y de decirle que yo en su lugar, lo mismo les cerraba las instalaciones. Así ya no habría más problemas.

Y en cuanto a cómo tratar a esos díscolos clubes que reclaman las subvenciones, le sugeriría que les avisara de que se anden con cuidado. Porque si llega el caso, se prohíbe el deporte y ya está. Ya se quitó el alquiler de bicicletas, la eliminación de las pistas de skate y de  baloncesto en el Parque de Colón, o la pista polideportiva en Delta… y aquí no pasa nada.

Y si el señor Concejal me preguntara “Y en ese caso ¿qué pasaría con la Concejalía? ¿Contempla la posibilidad de que desaparezca y que yo me quedase sin puesto?”. “No hombre, no” –le respondería con una sonrisa pícara. “Ya lo he pensado. Se quitaría una de las de que sobra en el rótulo de la concejalía y podría dedicarse a hacer mudanzas”


jueves, 27 de febrero de 2020

Un plan fantasma para Majadahonda

Leo en el nº 20 del periódico Soy de… Majadahonda un artículo sobre el dinero que invierte la Comunidad de Madrid en las ciudades de la región. El artículo ocupa la página 10 completa y explica que, bajo el programa del Plan Regional de Inversión Regional (PIR), las arcas autonómicas dotan a los ayuntamientos de presupuestos para generar infraestructuras en los 178 municipios de esta circunscripción, a excepción de la capital. Según explica la Directora General de Administración Local, Natalia Álvarez, el nuevo tramo del PIR para el trienio 2021-2023 contará con un presupuesto de mil millones de euros y su ejecución se podrá realizar por plazos. Añade que los ejes fundamentales sobre los que pivota este plan de inversiones van a ser la eliminación de barreras arquitectónicas y el medioambiente.


Página 10 del nº 20 del periódico local  Soy de Majadahonda, (febrero 2020)

El texto de la noticia no aclara mucho más, a excepción de un comentario sobre cómo los ayuntamientos pueden enviar sus solicitudes y de que contarán con un 25% más adicional por el hecho de no disponer de esos ingresos. La forma en que está redactada esta última particularidad es ciertamente inconcreta y da lugar a que surjan algunas dudas y muchas preguntas al respecto. Por ejemplo, cómo van a realizar las obras los ayuntamientos si no disponen de las asignaciones económicas; o quien les va adelantar el dinero; o cómo se come esto con la tan manida y temible regla de gasto en la que tanto les gusta escudarse a los alcaldes para justificar la falta de inversiones en sus respectivos municipios.

La página se completa con un resumen de las principales obras acometidas en la Comunidad de Madrid con las aportaciones del PIR 2016-2019, distribuido en cuatro columnas (una para cada zona según los puntos cardinales) en las que no figuran más que unas cuantas poblaciones de cada grupo, de ahí que suponga que solo se citan aquellas que han obtenido las subvenciones más significativas por su alcance económico. En la columna correspondiente a la Zona Oeste y ordenadas alfabéticamente se incluyen las siguientes: Arroyomolinos (3.222.219,06 €), Boadilla (6.175.775,34 €), Las Rozas (6.005.000, 00 €), Majadahonda (5.953.074,92 €), Pozuelo (8.050.574,2 €) y Villaviciosa (5.431.878,51 €).

No noticia no informa de cómo se tramitan, ni qué condiciones deben de reunir las solicitudes, ni la categoría, nivel o idoneidad de las obras para las que se piden esas inyecciones económicas. Yo deduzco que, por los datos que veo en ese cuadro, las asignaciones deben ser proporcionales a la población o a los presupuestos anuales ya que municipios como Las Rozas, Majadahonda y Villaviciosa tienen una cifra parecida, mientras que la de Pozuelo es un 25% más elevada que estas, y la de Arroyomolinos más o menos la mitad de aquellas. Como soy amigo de hacer algunos tanteos de comprobación cuando nos hablan de números y entenderlo puede ser algo complicado, acudo a conocer los datos que proporciona la Encuesta de Población Activa para el año 2019 y me digo: "Si en la Comunidad hay aproximadamente 6.600.000 habitantes y restamos los que viven en la capital (3.200.000) nos quedan 3.400.000; la proporción del censo de Majadahonda (71.000) sobre ese total arroja un resultado de casi el 21%; con lo cual, si dividimos los mil millones a repartir en función de la población, nos tocarían unos 20 millones". Pero debe de haber algún parámetro más que se me escapa porque no creo que nos acerquemos a esa cifra ni por asomo. Así que desisto de hacer más cábalas ya que tampoco es que esas similitudes o diferencias me preocupen demasiado, pues supongo que cada pueblo tiene sus necesidades particulares y hay que aceptar que las subvenciones no tienen por qué ser parejas.

Sin embargo, sí me llama la atención la aparente incongruencia que existe entre los importes adjudicados y las obras emprendidas por unos y otros. O así al menos lo aprecio yo, puesto que si en Arroyomolinos, Boadilla, Las Rozas y Pozuelo el coste de las inversiones pueden entenderse proporcionadas a las obras que cubren, en Majadahonda y Villaviciosa no lo parecen. Es esta última se destina 5 millones y medio de euros a la sustitución de los campos de fútbol y fútbol 11, lo que en principio se me antoja una cantidad desmesurada por el simple acto de cambiar una alfombra de plástico desgastada por otra nueva en unas cuantas hectáreas. Claro que, como no se especifica el número de campos de cada disciplina, tampoco podemos asegurar nada; y pudiera ser que tuvieran tantos campos de fútbol que las cifras fueran razonables. En cuyo caso habría que analizar si en una población como Villaviciosa es razonable que existan tantas superficies destinadas a ese deporte y tan pocas para otros.

El caso de Majadahonda es más alarmante todavía: una inversión de seis millones de euros para la reparación del carril-bici en la carretera de Pozuelo. De esto sí puedo hablar porque se trata de una ruta que transito con cierta frecuencia y conozco su longitud y trazado. Y puedo opinar con conocimiento de causa que emplear ese presupuesto para una obra que ni es urgente ni perentoria es un auténtico disparate. A no ser que la vayan a iluminar en todo su recorrido y a calefactar el firme en previsión de heladas o a rodearla de gradas para espectadores o curiosos, en cuyo caso el desbarro sería igualmente demencial.

Aspecto de algunos tramos del carril-bici de Majadahonda a Pozuelo

Pero eso no es lo peor. Lo más sorprendente de todo es que esa obra afortunadamente no se ha llegado a realizar. Y digo afortunadamente por aquello de que a uno le queda el regusto de que ha prevalecido la cordura en detrimento del desatino, lo cual nos da una pausa de respiro entre tantas promociones absurdas. Sin embargo, es precisamente el hecho de que esa obra no se haya ejecutado lo que nos inquieta todavía más, pues si está contabilizada dentro de los resultados del programa 2016-2019 tal como aparece en el resumen es de suponer que debería estar terminada. Así que, una de dos: o ha sido la Comunidad quien ha errado al facilitar esa información, o ha sido el periódico quien ha cometido la equivocación al trasladar esa información a sus páginas.

Sea quien sea el culpable, se hace necesaria una obligada aclaración al respecto dado que no estamos hablando de calderilla sino de una cantidad demasiado importante, pues seis millones de euros dan para mucho. Y desde esta página lo reclamo; aunque, teniendo en cuenta otros antecedentes, si quieren que les sea sincero he de confesar que no tengo mucha confianza en que ni uno ni de otro hagan esa rectificación.

En cualquier caso, lo cierto es que el carril-bici de la carretera de Pozuelo sigue en la misma situación que antes, en un estado tan descuidado y lamentable como tantas infraestructuras de nuestro pueblo. Y por esa razón tendríamos que preocuparnos de conocer a dónde fue ese dinero o si todavía está disponible para gastárnoslo en cosas de provecho. Comprendo que la Comunidad de Madrid no viera con buenos ojos que Majadahonda despilfarrase unos cuantos millones en una senda para bicicletas, sobre todo si recapacitamos que en nuestra ciudad el apoyo al uso del velocípedo solo se hace notable en la marcha colectiva que se acostumbra a programar durante la fiestas patronales -y que se suele cumplir si no llueve-, o sea, una vez al año. Y también veo razonable que se retirara a tiempo esa subvención a una ciudad que ha sido incapaz de restablecer el servicio público de alquiler de bicicletas durante los casi tres años que esa concesión dejó de funcionar. ¿Alguien se acuerda de que aquella iniciativa sirvió para grandes fastos por el Consistorio? O, formulada la pregunta de otra manera: ¿alguien se acuerda de que en Majadahonda hubo alguna vez bicicletas de alquiler?


Tríptico oficial del extinto servicio municipal de alquiler de bicicletas en Majadahonda


lunes, 24 de febrero de 2020

Una estación del 'Far West' en Majadahonda

La Asociación de Vecinos de Majadahonda ha vuelto a poner el dedo en la llaga trayendo de nuevo a la actualidad un asunto en el que ha empleado mucho (y desde hace mucho) tiempo: el lamentable estado en que se encuentra la estación de tren de Cercanías. La asociación denuncia una vez más que la situación del edificio y sus accesos es impropia de una construcción que presta un servicio público en el sector del transporte, y que por ese motivo es utilizada diariamente por muchas personas de este y otros municipios, usuarios que tienen que padecer día tras día unas deficiencias que se han hecho ya endémicas.

Estación de Majadahonda desde el aparcamiento de superficie (AV Majadahonda)

La Estación de Cercanías de Majadahonda fue inaugurada hace ya 31 años, sin que haya sufrido ninguna mejora sustancial desde entonces.  Se encuentra ahora en un decrepitoso estado, ajado; con una escalera automática que casi nunca funciona; con pintadas en sus paredes;  con una escalera de entrada llena de remiendos; un aparcamiento siniestro, sin seguridad; los ascensores, cuando funcionan, son tan reducidos que prácticamente son inutilizables para alguien que vaya en una silla de ruedas o lleve un coche de bebé; y desde hace años los aseos ostentan un letrero que dice “No funcionan por falta de servicio”.

Es un párrafo extraído del blog de la asociación en la entrada correspondiente al  pasado 24 de enero, en la que informa que ha vuelto a dirigirse una vez más a quienes tienen la responsabilidad de subsanar el mal estado de las instalaciones: ADIF, y RENFE. Sin dejar al margen al alcalde de nuestro municipio, que tiene la obligación de velar por el bienestar y la seguridad de los vecinos. Y continúa un poco más adelante:

Como se trata de un asunto ya insostenible, que hace que tengamos una Estación más propia del Far West que de Majadahonda en el siglo XXI, es nuestra intención seguir insistiendo ante ambas empresas y ante nuestro Ayuntamiento para que cada uno asuma sus responsabilidades.

El deplorable estado de conservación del edificio ha sido objeto de denuncia por parte de esta asociación en numerosas ocasiones como se puede comprobar en su bitácora, en la que trata reiteradamente esta situación. Con solo echar un rápido vistazo a sus páginas, encontramos alusiones a este asunto en los post de 12 de junio de 2017,  y 7 de octubre de 2016, por citar las contenidas en el mismo, lo que no quiere decir que antes de la apertura del blog no fuera objeto de preocupación por este colectivo. En este sentido puedo citar alguna referencia, como por ejemplo la convocatoria de una concentración de protesta el 9 de junio de 2016. Sin embargo, no solo ha sido esta plataforma vecinal quien se ha preocupado por esta cuestión; también lo han hecho algunos grupos políticos de la oposición poniendo de manifiesto el problema y presentando mociones para que se actuara al respecto. Asimismo, la prensa local, la televisión regional y algunos medios nacionales se han hecho eco de estas protestas incluyendo noticias expresamente dedicadas al problema.

La estación de Majadahonda se inauguró en 1989 con el fin de sustituir a los apeaderos que existieron hasta entonces en El Plantío, no muy lejos del actual emplazamiento yl cuyas construcciones de estilo típicamente ferroviario todavía se conservan aunque ahora se destinan a otros usos. La red de Cercanías de Madrid acertó al acercar la estación a las vías de comunicación con el pueblo, del que dista aproximadamente 3 km., y posteriormente al levantar un enorme aparcamiento, justo al otro lado de las vías, que permite absorber una gran cantidad de vehículos que los usuarios utilizan para llegar más rápido a él desde todas las barriadas y urbanizaciones de la localidad.



Fotos del antiguo apeadero de  El Plantío (la primera sin fechar y la otra de 1984)

Desde el punto de vista arquitectónico, el edificio no tiene nada de particular visto por fuera. Es una construcción de forma cúbica de dos alturas y paredes ciegas con acabado sencillo, hendida en la parte central por una franja acristalada que sirve portalón en planta baja y de mirador en la superior, y que se prolonga en la cubierta en forma de lucernario abovedado. El fuerte desnivel entre los andenes y el terreno circundante en la puerta principal, se resuelve con una potente escalinata en el acceso a la planta inferior, que significa el primer impedimento para personas con dificultades de movilidad. Pero una vez dentro la cosa se complica todavía más, porque para llegar a los andenes hay que hacer uso de escaleras fijas o mecánicas (cuando funcionan) o de ascensores cuyos embarques no coinciden con los pisos, lo que supone un auténtico suplicio para quienes no tienen otro remedio que utilizarlos. Otro despropósito es la ubicación de las rampas que comunican ambos andenes en la cabecera de éstos, allá donde no llega nadie por temor o por cansancio, y que sin embargo es la única alternativa para las sillas de ruedas.

Pero los problemas no son sólo de movilidad. Como denuncia la asociación de vecinos, las escaleras mecánicas están más tiempo averiadas que en funcionamiento, los aseos públicos están cerrados, la iluminación es pobre, y los servicios de limpia son escasos o deficientes, además de otras lindezas que convierten a esta estación en una de las peores de la red y, desde luego, impropia de un municipio que tiene una población de más de setenta mil habitantes y que se precia de ser uno de los más ricos del país a tenor de su renta per cápita.

En alguna ocasión, el anterior alcalde, Narciso de Foxá, llegó a anunciar con gran satisfacción que había arrancado un compromiso de los gestores ferroviarios para que se acometieran las reformas necesarias. Como tantas promesas del Sr. de Foxá, esa también cayó en saco roto y nunca se llegaron a hacer obras de envergadura sino pequeñas actuaciones para salir del paso. El actual regidor sigue los mismos derroteros: se escuda en que carece de competencia para acometer trabajos que deben hacer otros y se lava las manos, cuando una postura más digna sería la de ejercer presión para que quienes tengan que hacerlo lo hagan. Y también se olvida de otros problemas que sí son de su responsabilidad y que afectan a ese enclave, como son los embotellamientos en horas punta, permitir la ubicación de lavaderos de coches donde no están permitidos, ignorar la colocación de vallas publicitarias que la ordenanza no permite, y no llevar a cabo el adecentamiento general de un entorno que lo pide a voces por ser -no lo olvidemos- la puerta de entrada principal a nuestro municipio desde la A6.


El apeadero de El Plantío en 1906, prerparado para recibir a la reina Victoria Eugenia

Lo que reclamamos los habitantes de Majadahonda no son lujos ni exuberancias. No pretendemos que la estación de ferrocarril recupere el boato que llegó a tener su antiguo apeadero con motivo de la visita del tren real hace poco más de un siglo, no. Lo único que estamos pidiendo es un poco de decencia. Decencia en su aspecto y los servicios que presta, y decencia en el proceder de las empresas que son responsables de su gestión y que ni siquiera de preocupan en cumplir la legislación vigente en materia de accesibilidad, de salud y de seguridad. Y decencia también en nuestros representantes políticos municipales para que no se involucren decididamente en la búsqueda de soluciones en lugar de escurrir el bulto diciendo que eso compete a otros o que el gobierno actual de la nación (del bando contrario) no atiende a sus peticiones, como si el anterior (de su mismo bando) le hubiera hecho caso. ¿O es que tal vez no insistieron mucho?

Desde estas humildes páginas, agradezco a la Asociación de Vecinos de Majadahonda su interés e insistencia en perseguir que se ponga solución a un problema que nos afecta a todos y que incomoda a unos cuantos –ya saben a quiénes me refiero- cuando vuelve a salir en los medios de comunicación. Y a éstos, les pediría un poco de mayor agudeza en el tratamiento de noticias de este tipo. Hay ocasiones en que debe abandonarse la zona de confort y lanzarse al ruedo, emitiendo opiniones y siendo más críticos con quienes debieran hacer y no hacen, o hacen mal. Al menos eso creo yo que es la manera de servir al buen ejercicio periodístico.


jueves, 20 de febrero de 2020

Ambivalencia arbórea en Majadahonda

La relación de amor-odio que nuestros gobernantes municipales mantienen con los árboles no es de ahora. Quiero decir que no es una cosa que haya surgido recientemente sino que tiene una larga trayectoria en la historia reciente de Majadahonda, aunque hay que reconocer que durante el largo mandato del anterior alcalde, Narciso de Foxá, ha sido cuando se ha manifestado de una forma más clara y elocuente. Y para demostrar lo que digo, les invito a que ejercitemos un poco la memoria.

En el año 2014 el Ayuntamiento acometió la reforma del Parque Colón, una intervención que para muchos vecinos era innecesaria, para otros demasiado costosa, y para todos una forma encubierta de suprimir las pistas deportivas de acceso libre que existían en la zona de actuación y servían para que muchos jóvenes de nuestro pueblo practicaran el baloncesto, el patinaje y otros juegos de esparcimiento; de hecho, eran el único recinto de ese tipo en el centro y que, con la reforma del parque, han quedado reducidas a un ridículo semicírculo de cemento con una canasta. La iniciativa, promovida por el Equipo de Gobierno de entonces, se valió de la mayoría que ostentaba el grupo político del Partido Popular para sacarla adelante, a pesar de la opinión en contra de todos los grupos de la oposición y de Plataformas vecinales que se manifestaron en contra de ese proyecto. Porque, aparte del importe económico que suponía esa reforma, las obras llevaban añadido un coste adicional: la desaparición de medio centenar de árboles adultos sin ninguna justificación. De nada sirvieron las protestas ni las peticiones para que se reconsiderara el programa inicial –el cual, por cierto, se mantuvo en total ocultamiento- y de adoptaran medidas cautelares para su paralización; las obras siguieron adelante y los árboles sucumbieron bajo las sierras mecánicas.


Toma vecinal de Parque de Colón el 8 de junio de 2014

Algo similar ocurrió con la peatonalización del Bulevar Cervantes. Corría el año 2010 y tanto los grupos municipales en la oposición como vecinos y comerciantes de la zona no veían con buenos ojos que se cayera del proyecto el aparcamiento subterráneo inicialmente previsto ya que, aparte de expulsar el tráfico de esa zona y de la anexa Plaza de Pizarro, se suprimían todos los aparcamientos existentes, que no eran pocos, y un buen número de árboles (en este caso plátanos de buen porte) que daban sombra y vida al bulevar. Con igual parsimonia, la apisonadora del Partido Popular pasó por encima de cualquier reacción y ejecutó la obra. Y con ella dictó la sentencia de muerte a esos árboles sanos y robustos, pues, aun cuando fueron trasplantados a las zonas verdes de El Carralero, lo cierto es que –¡se dice pronto!- no sobrevivió ni uno.


Plátanos trasplantados en una rotonda de El Carralero

Remontándonos algo más en el tiempo, en una fecha que no puedo precisar, se acometió una operación parecida. Fue a las afueras del cementerio donde, junto a su valla que da al sur y tiene bellas vistas de la sierra madrileña, se plantaron dos hileras de abetos de buen tamaño cuya procedencia también desconozco. En este caso y para asegurar bien que arraigaran se empleó una tecnología nueva y poco común por su alto coste: se extraían junto  con el cepellón mediante una enorme pinza manejada desde un camión gigante y se trasladaban dentro de la tenaza hasta el punto donde quedarían trasplantados. Quien pase ahora por el lugar no verá ni rastro de ellos, porque los pobres se secaron pronto y estuvieron un tiempo allí expuestos hasta que decidieron quitarlos.



Árboles trasplantados junto al cementerio, totalmente secos

La banal forma con que los responsables municipales en esta área –supongo que será la Concejalía de Medio Ambiente y, dentro de ella, la sección de Parques y Jardines- adoptan en el tratamiento de estos temas es realmente preocupante, tanto en la pasividad que muestran ante los arboricidios cuanto en la adopción de sistemas de recuperación condenados al fracaso como así ha quedado demostrado una y otra vez. En lo que se refiere a la eliminación arbustiva, por dar consentimiento a que para hacer o rehacer un parque o realizar una remodelación de un espacio urbano, se talen ejemplares sanos para sustituirlos por anodinos parterres o pavimentaciones, en lugar de adecuar el diseño de éstos respetando la posición de aquellos con el fin de preservarlos. Y en lo que respecta a los trasplantes, por creer que sólo basta cambiarlos de sitio y esperar a que se las apañen ellos solitos sin mayor cuidado que una regada de vez en cuando.

Con todo, en nuestro pueblo no dejan de construir parques y más parques (ahora todos ellos con área-gimnasio canino, ¡no faltaría más!) como si fuera lo único que necesita Majadahonda. Lo malo es que al mismo tiempo dejan que se deterioren los antiguos y las zonas verdes en general, y prestan poca atención al estado de las plantas que si no se secan o se desmadran, se vencen o se desploman al menor descuido, cuando no son abatidas directamente por los leñadores municipales. 

En fin, una extraña ambivalencia que debería ser objeto de análisis por especialistas en salud mental.



jueves, 13 de febrero de 2020

Aclaraciones sobre un asesinato en Majadahonda

Un amable lector me avisó por correo electrónico de que había encontrado una información relacionada con lo que trataba la última entrada, la cual en cierta manera exculpaba al Ayuntamiento de cualquier responsabilidad en la tala de los árboles. Me adjuntaba un enlace por si quería indagar más mejor acerca de los verdaderos verdugos. Y así lo he hecho con toda presteza, pues no hay nada que me moleste tanto que ser portavoz de noticias falsas o formular acusaciones que no tengan el debido fundamento.

Estado del arbolado antes de ser abatido (AV Majadahonda)

El hipervínculo  enlaza directamente con la página web del periódico digital Majadahonda Magazin, concretamente en el artículo firmado por Julia Bachiller con el encabezamiento siguiente: “Iberdrola tala 6 árboles en Majadahonda alegando que podían hacer contacto con cables de alta tensión”. La redactora atribuye la decisión de la compañía eléctrica para eliminarlos, al riesgo que podía ocasionar el contacto de las ramas con los cables aéreos de alta tensión que discurren sobre ellos, y a que esas actuaciones estaban programadas dentro de una campaña de revisión y mejora de las instalaciones eléctricas de la sociedad, que el año pasado se llevó a cabo a lo largo de 3.400 kilómetros. La noticia viene a decir que el Ayuntamiento no entra en el asunto porque es Iberdrola quien tiene autoridad para ejercer ese tipo de intervenciones, en virtud de la servidumbre de paso aéreo de la energía eléctrica que los municipios han de conceder a estas instalaciones. Junto al texto se insertan nada menos que 19 fotografías: 6 de ellas, de los tocones que quedaron tras el crimen; y el resto de vistas generales después de ser perpetrado éste, combinadas con otras de su estado anterior, obtenidas éstas últimas de Google Earth o de algún otro navegador de tráfico o callejero virtual.

Bueno, pues si es así, aclarado queda el asunto y solo me queda agradecer enormemente al lector y a la periodista por su inestimable ayuda en corregir mis hipótesis. Lo que no menta la informadora –y tal vez desconozca el lector- son algunos pequeños detalles sobre los que conviene detenerse y que paso a exponer seguidamente.

En primer lugar, que los árboles que han sido eliminados no representaban peligro alguno para el tendido eléctrico, ya que su copa quedaba bastante por debajo de la catenaria como puede comprobarse en la fotografía de archivo insertada que he obtenido del blog de la Asociación de Vecinos de Majadahonda, en una entrada de marzo de 2017 con motivo de otros asuntos que nada tienen que ver con este. Hay que tener en cuenta además que eran coníferas de desarrollo lento y ya habían sido desmochadas con anterioridad para detener su crecimiento natural y reducir así el peligro de contacto accidental.

Y en segundo lugar, habría que saber quiénes estaban antes, si los árboles o el tendido con sus cables y su torres metálicas. Yo no puedo precisar sobre eso, por lo que me gustaría que alguien pudiera facilitarme algún dato al respecto. Pero, en cualquier caso y hasta que siga en ese estado de mi ignorancia, no dejarán de asaltarme dos preguntas cuya respuesta también desconozco: si estaban antes aquéllos ¿por qué no se previó ese riesgo a la hora de trazar las líneas?; y si por el contrario estaba primero el tendido eléctrico ¿a quién se le ocurrió poner los árboles debajo sabiendo que podrían llegar a convertirse en un peligro, y por qué razón la compañía eléctrica no impidió su plantación?

Pero todo lo comentado hasta aquí son debates baladíes al lado de la cuestión más importante que, incomprensiblemente, ha sido pasada por alto tanto en la noticia del periódico digital como en la respuesta dada por del Ayuntamiento. El 28 de octubre de 2008, el entonces Alcalde de Majadahonda, Narciso de Foxá y el Director del Plan Madrid de Iberdrola, Manuel Paredes, anunciaban en rueda de prensa el desmontaje de las líneas de alta tensión del municipio y de la subestación Saltos del Sil. El plan suponía la desaparición del tendido aéreo de 40 kilómetros de líneas en el término municipal de Majadahonda, y su ejecución se estimaba en 65 millones de euros de por aquel entonces, que serían sufragados por la compañía eléctrica. A cambio, el Ayuntamiento se comprometía a aprobar en el siguiente Pleno una modificación puntual del Plan General de Ordenación Urbana para recalificar el terreno que quedaba vacante (aproximadamente un 90% de la parcela) tras el soterramiento de la subestación situada en la carretera de Boadilla.



Narciso de Foxá tras el anuncio del acuerdo
 con Iberdrola, en 2008 (EFE)

No vamos a entrar a valorar lo que para muchos fue el gran “pelotazo urbanístico” de aquella legislatura salvo para recordar el compromiso adquirido por nuestro Alcalde y por Iberdrola para el soterramiento de la líneas aéreas, muchas de las cuales siguen como entonces. Entre ellas se encuentra la que pasa junto al cementerio que, de haberse cumplido lo acordado, hoy día no habría dado pie a la calificación de supuesto riesgo que se ha esgrimido para justificar el alevoso asesinato de media docena de veteranos árboles majariegos.

Con todo esto lo que quiero decir es que tanto Iberdrola como nuestro Ayuntamiento son los únicos responsables del arboricidio: una como autora material del delito, otro cruzándose de brazos en lugar de impedir la fechoría, y ambos por incumplir los acuerdos a que se comprometieron entre sí y con los ciudadanos, y también por no adoptar una solución alternativa viable para solucionar el problema como hubiera sido, por ejemplo, realizar una poda selectiva que les permitiera seguir viviendo. Como digo, tanto una como otro son los únicos y desalmados responsables del delito y deberían de responder por ello. Además de caérseles la cara de vergüenza.


viernes, 7 de febrero de 2020

Dr. Jekyll y Mr. Hyde en Majadahonda

Robert Louis Stevenson es sin duda uno de los grandes maestros de la literatura fantástica del siglo XIX. Su vida transcurrió entre 1850 y 1894 y escribió novelas tan conocidas cono “La isla del tesoro” o “La flecha negra”. Pero también es suya otra obra titulada “El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde” en la que se atrevió a retratar el caso de un respetable médico que padecía doble personalidad merced a una pócima que andaba probando en su laboratorio y que, después de ingerirla, le convertía en un ser sumamente agresivo y perverso totalmente opuesto al habitual. Algo así como el bien y el mal metidos en la misma persona, alternando su dominio en función del efecto del brebaje.





No creo que el célebre escritor escocés llegara a pisar Majadahonda. Según  sus biógrafos nunca se acercó a nuestra patria hispana, atraído como estaba por otras tierras que llamaban más su atención. De hecho, lo más cercano que estuvo de nuestra cultura fue con ocasión de una visita a la misión de San Carlos Borromeo de Carmelo, en California, allá por 1870, que sin embargo le sirvió para quedar prendado del canto gregoriano y de la devoción litúrgica de los indios carmelitas. Por lo tanto es más que probable que no oyera hablar de nuestro pueblo en su vida, y menos aún teniendo en cuenta que por entonces no era más que un poblado de pastores y labriegos, carente de interés para nadie que no fuera un amante de los paisajes desolados.

No obstante, todo esto no es óbice para que los que gobiernan esta ciudad traten de emular al Dr. Hyde en lo que en Psiquiatría se conoce como un trastorno disociativo de la identidad, o sea, lo que vulgarmente se entiende como temperamento contrapuesto. Digo esto porque ese desdoblamiento de la personalidad y los conflictos que los cambios de comportamiento traen consigo son tan habituales en las actuaciones municipales de los últimos años, que de no mediar más de un siglo entre la época actual y la que vivió el famoso prosista, podría decirse que la inspiración para escribir su novela la obtuvo de mirar lo que les ocurre a nuestros gobernantes.

Vengo a comentar este paralelismo entre la realidad y la ficción del mundo literario por algo que no es novedoso pero que hace uno días elevó varios grados más la temperatura de la indignación. El pasado 29 de enero, se volvió a cometer otro latrocinio contra nuestro patrimonio natural talando una hilera de árboles junto al cementerio. De buenas a primeras y sin mediar aviso, una cuadrilla de exterminadores acabó de cuajo con la vida de unos cuantos ejemplares que han acompañado a varias generaciones de majariegos. Los operarios que realizaban su labor depredadora no estaban identificados ni portaban algún logotipo bordado en sus ropa de faena, como tampoco había rótulos en los vehículos auxiliares, por lo que no podía saberse la procedencia o pertenencia de esa cuadrilla de leñadores. Pero el hecho de que no hubiera presencia policial o del SEPRONA hace suponer que esos trabajos estaban autorizados por el Ayuntamiento, o que por lo menos éste tenía conocimiento de ello y no se oponía a que se llevaran a cabo. Cosa que no es de extrañar, dado el escaso interés que la Concejalía de Medio Ambiente muestra por los árboles de nuestro municipio y mucho menos por los que tienen el más mínimo problema.



La calle del Cementerio inmediatamente después del atentado medioambiental

Así lo han demostrado -y lo siguen haciendo- cada vez que los temporales meteorológicos o los ataques de xilófagos se ceban con alguno: en vez de aplicarles tratamientos de cura o sujetarlos con tensores para intentar salvarlos, sacan el hacha y lo hacen picadillo. Y a otra cosa, mariposa. Como si nada hubiera pasado. Es como si los servicios de urgencia médica encontrasen a alguien tosiendo por la calle y, en vez de suministrarle un medicamento, le asestaran una puñalada para acabar cuanto antes.

Estos métodos tan expeditivos que los empleados municipales utilizan en las tareas de conservación –en este caso, aniquilamiento- del arbolado urbano contrastan radicalmente con la imagen que, desde el Ayuntamiento, se empeñan en transmitir a los vecinos a través del boletín y la web municipal, la  prensa colaboradora y otros medios de propaganda oficial. En ellos suele aparecer el señor Alcalde (con los concejales que toque en cada ocasión) inaugurando un nuevo parque o visitando las obras de adecuación de alguno de los otros que dispone el municipio y cuya deficiente conservación los convierte en áreas tan lamentablemente degradadas que requieren una costosa intervención para recuperarlas. Las fotos de nuestro regidor en estas ocasiones muestran la cara amable del Dr. Jekill.



El Alcalde de Majadahonda, José Luis Álvarez Ustarroz, y la Concejal de medio Ambiente, Vanesa Bravo,
durante una visita a las obras de recuperación del parque Delta

Por el contrario no hay noticias de la otra cara, la de la monstruosa bestia que también habita en la Casa Consistorial y que no duda en asir la sierra para acabar con las plantas que se interpongan en su camino, cediendo a la debilidad de ejercer tareas de destrucción y derribo en lugar de estudiar otras alternativas y medios que permitan su conservación.

No sabemos si esos árboles estaban atacados por algún mal pero es muy extraño que enfermen todos a la vez. Tampoco tenemos constancia de que hubiera necesidad alguna de matarlos ni que obedezca a alguna iniciativa relacionada con proyectos u obras no anunciadas. Por otro lado, nadie desde ninguna plataforma dio la alarma o el aviso de que fueran a hacer semejante fechoría, un silencio que arroja sobre esa actuación la sospecha de que por alguna razón es algo que se desea mantener oculto al conocimiento general. Cualquiera que sea el motivo que haya conducido a este resultado, la realidad es que aquellos ejemplares que luchaban por mantenerse dignamente en pie a pesar de haber quedado confinados en un océano de hormigón que les restaba humedad y nutrientes, y sufrir los envites de los coches aparcados en su entorno, han sido fulminados por las sierras mecánicas sin ningún tipo de miramiento ni compasión.

Ahora, cuando paseo junto a la valla del cementerio, miro con pena los seis tocones que todavía emergen tristemente del suelo. Es entonces cuando siento a mis espaldas la sonrisa maléfica de Mr. Hyde.



viernes, 31 de enero de 2020

Majadahonda, ciudad de acogida

Continúo con la última entrada para terminar la relación de noticias que entresaqué en la lectura de la prensa local y que quedó a medias, un poco por no extenderme demasiado y un poco por falta de tiempo. Así que, sin más demora y antes de que termine enero, intentaré completar la tarea de forma breve y lo más ligera posible, no vaya a ser que me pille el toro con la avalancha de buenas nuevas que nos esperan en los próximos meses. Voy a ello.

Del número 57 de Majariegos informados restaban, además del repaso al Pleno de diciembre, dos temas que me habían parecido interesantes y que en cierto modo estaban relacionados con el primero; ambos aparecen en la página 4. Uno de ellos es la decisión del Consistorio de ceder temporalmente pisos de emergencia para solicitantes de asilo y refugio, conforme al protocolo firmado entre nuestro alcalde, José Luis Álvarez Ustarroz, y el de la capital, José Luis Martínez Almeida que, aparte de unirles un mismo nombre bautismal, comparten la misma generación e idéntica orientación política. Gracias a este acuerdo, Majadahonda cede para estos casos diez alojamientos. Lo que no queda claro es desde cuándo, porque tal como está redactada la noticia parece que se refiere a estas fechas y una vez que esas viviendas hayan sido acondicionadas. Si fuera así, con la prisa que se dan en este pueblo para hacer cualquier cosa, lo mismo están listas para las próximas navidades. De todas formas, no hay que restar mérito a nuestro ofrecimiento si tenemos en cuenta que en virtud de ese acuerdo con Madrid, Pozuelo y Las Rozas, Majadahonda ofrece 10 de las 20 viviendas puestas a disposición en ese protocolo, lo que dice mucho a favor de la localidad menos poblada de las cuatro (la nuestra) y da idea de la racanería de las otras dos, que suman la otra mitad del total. En cualquier caso, una cifra que en absoluto está acorde con el número de habitantes de estas ciudades y con el espíritu solidario y generoso que esta región siempre ha demostrado.


Los alcaldes firmantes junto al delegado de Familias, Igualdad y Bienestar Social, el 21 de diciembre de 2019 (EFE)


Entroncando con ese encarte, en la columna lateral de la misma página se expone con más detalle la moción del grupo socialista para que las 18 viviendas gestionadas por PAMMASA (Patrimonio Municipal de Majadahonda) que actualmente se encuentran vacías sean puestas a disposición de vecinos que estén pasando una situación económica y social de emergencia.

El otro tema merece mi atención se esconde bajo en titular Majadahonda prepara un gran plan de encolegios de más de 1,5 millones” que completa la cuarta página y que choca frontalmente con la desestimación de la moción presentada en el Pleno por el grupo Ciudadanos a este respecto. Uno se queda bastante perplejo, máxime cuando después de leer el contenido que sigue al encabezamiento deduce que se trata prácticamente de lo mismo que fue rechazado: un programa de actuación para acometer obras en las guarderías y colegios y públicos con el fin de mejorar sus instalaciones. Da la sensación de que el Equipo de Gobierno se encarga de tumbar las mociones razonables en el caso de que no hayan sido presentadas por sus respectivos grupos políticos. De cualquier forma yo soy bastante escéptico con este anuncio porque eso que dice el regidor majariego de que se ha reunido varias veces con los directores de los centros para hacer un inventario de sus necesidades, de que se van a acometer las obras con la máxima prioridad, de que se va a hacer un gran contrato para mejorar la conservación y el mantenimiento de los edificios, y cosas por el estilo ya estamos hartos de escucharlo a principios de cada legislatura sin que después de haya traducido en resultados en ninguna de ellas


Un aula de la Escuela Infantil Tamaral en octubre de 2017 (Majadahonda Magazin)



El otro periódico local que he tenido ocasión de hojear ha sido el número 19 de Soy de… Majadahonda, al que también hemos hecho mención alguna vez. Como en el caso anterior, ese ejemplar corresponde al mes de enero y trata también algunas de las informaciones relativas a la modificación de las Ordenanzas Fiscales, al ofrecimiento de cobijo para refugiados y a la moción rechazada para reformar los colegios públicos, ya comentadas anteriormente. Pero, además, se ocupa de temas distintos aunque en alguno de ellos se muestren las mismas contradicciones a las que hacíamos antes referencia.

En la página 2 se recoge la denuncia que hace el PSOE sobre la escasez de policías locales y su preocupación ante la oleada de robos perpetrados en el centro de Majadahonda, situación que contrasta con la imagen que -según dice este grupo municipal- el alcalde quiere dar afirmando que siguen disminuyendo los índices delictivos en nuestra ciudad. Dos páginas más adelante, en el recuadro inferior, se incluye la noticia de que el alcalde anuncia 10 plazas nuevas para la Policía Local. ¿Otra vez el juego del ratón y el gato? Parece como si ante cualquier situación comprometida, el Ayuntamiento se saque una respuesta de la chistera que aplaque o tranquilice a la oposición, tratando de desmentir o aminorar la gravedad del asunto. Y digo yo: ¿no sería más fácil anticiparse a que esos problemas de pongan de manifiesto?

El resto de noticias se reducen a un tema menor como es la colocación de placas con los nombres de las calles en “Los Satélites”, aunque pueda entender que para quienes vivan por ese barrio sea de fundamental importancia, y un tema mucho más serio como son las explicaciones que Ciudadanos pidió en el pleno del pasado 27 de diciembre por invitación de la Concejalía de Familia (recordemos que está a cargo de un edil de Vox) a que el controvertido escritor Pío Moa diera una charla en una “actividad familiar”. Hecho tan grave e injustificable que prefiero no entrar a comentar hasta que no disponga de más información.


Página 4 del nº 19 del periódico local  Soy de Majadahonda, nº 19 (enero 2020)