domingo, 24 de febrero de 2019

Majadahonda, ciudad precaria en asistencia social

Uno de los indicadores más significativos del interés de los ayuntamientos por el bienestar de sus ciudadanos es el presupuesto que los municipios destinan a la asistencia social. Recientemente se ha hecho público el informe DEC 2017, elaborado por la Asociación Estatal de Directoras y Gerentes en Servicios Sociales, que analiza el grado de inversión en servicios sociales y promoción social de los 404 municipios españoles que superan los 20.000 habitantes y han presentado ante el Ministerio de Hacienda la liquidación de su presupuestos del año 2017, según los datos que publica ese ministerio en su portal de servicios telemáticos.

En dicho informe se clasifican a los municipios en tres categorías según sea el ratio del gasto por habitante, siendo excelentes los que su inversión supera los 100 € y cumplen además una serie de requisitos, precarios si están entre 50 y 40 €, y pobres si quedan por debajo de esa cifra; dejando sin clasificar al resto, es decir, a los que están entre 50 y 100 €. Las tablas arrojan los siguientes resultados: 31 ayuntamientos obtienen la clasificación de excelentes, 56 de precarios y 40 de pobres. Resalta dicho informe que 5 ayuntamientos han ascendido a la clasificación de honor este año pero que aún la excelencia solo es conseguida por el 7,7 % de los 404 participantes.


Cuadro resumen del informe DEC 2017

Majadahonda ocupa el noveno puesto de los 56 precarios con un presupuesto por habitante de 41,05, a años luz de los 277,09 € que destina la ciudad que ocupa el primer puesto de la clasificación con nota excelente (Errentería). Eso quiere decir, que nuestra posición en el ranking es la número 77 (empezando por la cola) de 404; o lo que es lo mismo, la 327 respecto de la cabeza, o sea, que nos encontramos entre el pelotón de los más tacaños en ese aspecto.

Algunos ayuntamientos con mayor asignación presupuestaria que el nuestro, han salido al paso expresando su discrepancia con los datos que figuran en ese estudio. Tal es el caso de Torrelodones (49,99 €) que ha debido sentirse molesto por salir mentado en el grupo de precarios al quedarse tan solo a un miserable céntimo por debajo de la nota de corte. Según la aclaración que con fecha de 23 de enero pasado publica en su página de noticias, la inversión social en el municipio es de 80,65 € si se cuenta la parte del presupuesto local y la del de la mancomunidad THAM a la que pertenece Torrelodones (además de, Hoyo de Manzanares, Alpedrete y Moralzarzal) por considerar esta opción la que mejor aprovecha los recursos. Pero además entra en otras cuestiones para rebatir los criterios de valoración utilizados por los autores del informe y sugiere tener una mirada más amplia sobre la transversalidad de los servicios sociales en lugar de centrase sólo en las partidas presupuestarias que disponen los profesionales que lo han redactado.

Yo carezco de datos para contrastar lo que dicen pero valoro positivamente la respuesta de este municipio que, sea cierta o no, al menos defiende sus criterios presupuestarios con dignidad. Algo muy distinto a la postura de los responsables municipales de Majadahonda que ni parece que se hayan molestado con el puesto obtenido ni que esto les preocupe demasiado, dado que no han dicho nada al respecto ni se ha dado por aludidos, por lo que cabe entender que, o consideran que actúan correctamente en esta materia, o que el asunto les importa un pito. Sin embargo, la realidad es que a pesar de ser uno de los municipios de mayor renta per cápita de este país, aquí también hay bolsas de pobreza y familias necesitadas como lo atestigua la labor que realiza una asociación tan poco sospechosa como Cáritas.

“Vivimos en una sociedad que ha superado la emergencia social, y se ha instalado en un nuevo escenario marcado por la precariedad y la falta de oportunidades. El precio de la recuperación es la precariedad, sobrevivir, el permanente presente. Para la inmensa mayoría de la población el futuro no existe”.

“Existen diversos estudios que miden y valoran la pobreza y la desigualdad, o determinados aspectos relacionados con las necesidades de la población. Pero el Índice DEC es el único estudio que trata de medir y evaluar el desarrollo de las estructuras y presupuestos de un Sistema, los Servicios Sociales que atienden las necesidades de más de 8 millones de personas en España”.

Son textos extraídos del la página web de los autores del informe que el equipo de gobierno majariego pretende ignorar como si esto no fuera con ellos. Es mejor engañarse con que no existen pobres en nuestra ciudad. O tal vez piensen que sí los hay, pero que restarles ayuda es una forma de invitarles a que se vayan.

Pobres en la Gran Vía de Majadahonda

martes, 19 de febrero de 2019

El misterioso caso de las macetas semovientes

Un buen día aparecieron dispersos por la Gran Vía un número indeterminado de elementos dispuestos en la parte central, a tresbolillo y sin un orden concreto de reparto, pero suficientemente llamativo como para que quienes frecuentan por necesidad o placer esa travesía majariega se preguntaran qué hacían allí y qué función venían a desempañar en un espacio urbano que no necesitaba de ellos. Eran cuencos de fundición de forma semiesférica a modo de maceteros, que antes ocupaban lugar en las calles transversales y que por arte de magia se habían trasladado a la principal vía peatonal de nuestro pueblo.

Como nadie había dado cuenta anticipadamente de que eso fuera a suceder ni por qué motivo, los vecinos se preguntaban con asombro qué sentido tenía aquella novedad y  empezaron a hacer cábalas y suposiciones sobre su significado, y a discutirlo en sus tertulias. Cuando alguien apuntaba que simplemente sería cuestión de adorno para aliviar la aridez del enlosado, otro respondía que no le parecía esa la razón porque si fuera así tendrán que haber sido más cuidadosos en la selección de las plantas ya que las pobres parecían estar sacadas directamente del Purgatorio. Si al hilo de esto uno decía que no era tanto un asunto de ornamentación sino de conducir a los caminantes por las zonas lisas para que no tropezasen con el adoquinado, en un ensayo del Ayuntamiento para buscar solución a los tropezones que sufren las personas mayores (y no tan mayores) hasta que no se acometieran las obras de “alisado” que llevan anunciando desde hace meses y que nunca empiezan, otros argumentaban que habían comprobado que la posición de las macetas no guardaban ninguna relación con esa teoría porque estaban colocadas aleatoriamente y ocupaban tanto zonas lisas como arrugadas. Un par de ancianos de esos que andan encorvados dando pasitos cortos con las manos cogidas a la espalda pensaban que por fin habían hecho caso de sus protestas por la excesiva velocidad que con que circulaban los ciclistas por allí, pero otros de la misma edad rebatían ese planteamiento argumentando que ahora sería más peligroso porque tanto peatones como bicicletas tenían que compartir los estrechamientos. Una señora a la que se conocía por su tendencia a los constipados expuso en su opinión esa forma de colocar las plantas en zigzag tenía la misión de obstaculizar la rachas de viento serrano que se hacen más patentes en los días invernales, y bendecía esa decisión porque así evitaría resfriados….


Maceteros en la Gran Vía de Majadahonda

Cada día era ocasión para exponer una nueva hipótesis y para que los vecinos siguieran haciendo conjeturas y elucubraciones sobre este asunto, ya que nadie se molestó de dar una explicación oficial desde el Consistorio o, si llegó a hacerlo, lo hizo tan bajito que pocos fueron los que se enteraron. El caso es que allí seguían los tiestos como pequeños meteoritos caídos del cielo ocupando los sitios menos adecuados y estorbando al paso. Al paso y a la visión porque esa sucesión de vegetales con pedestal impedían lo mismo el panorama de la sierra al fondo cuando ibas en dirección a Jardinillos, que la de la cuesta de la Ermita del Cristo cuando lo hacías en dirección contraria. Aunque es cierto que también venían de perlas cuando querías sortear el encuentro de algún pesado ocultándote a su paso entre las ramas, siempre que tuvieras la suerte de que el indeseado encuentro coincidiera con una maceta bien poblada, acuerdo que ocurría en contadas ocasiones.

Ya nos habíamos acostumbrado a ese muestrario de lánguidas vegetaciones en recipientes destartalados y peligrosos para las rodillas, y a caminar sesgadamente para sortear esa  sucesión de obstáculos e incluso a compartir el trazado de nuestro camino con los vehículos que esporádicamente irrumpían con su tránsito, cuando de repente y sin previo aviso, otro buen día se esfumaron con el mismo sigilo y misterio con el que hicieron aparición y la Gran Vía recuperó el estado de siempre. Y, como había sucedido meses antes, los vecinos volvieron a buscar explicaciones para sus adentros y a exponer sus diferentes teorías en los mismos foros de antaño: que si efectivamente la propuesta de ornamentación no había dado el resultado esperado; que si la gente seguía torciéndose los pies con el empedrado y, además habían conseguido una magulladura más en las piernas al tropezar con el canto de hierro; que si las bicis no iban más despacio sino que aprovechaban lo tortuoso del recorrido para hacer eslalon; que si el viento del otoño no había sido amansado pues no solo soplaba con la misma fuerza sino que al mover los ramajes éstos podían saltarte un ojo…

Algún fantasioso o bromista llegó a lanzar el bulo de que esa iniciativa pretendía dificultar el acceso y la circulación de vehículos a una calle peatonal en previsión de que en nuestra ciudad se pudieran reproducir un atentado terrorista como el acontecido en la Ramblas de Barcelona un año antes, en el que una furgoneta acometió a los viandantes ocasionado quince muertos, muchos heridos y el pánico general. A mí particularmente nunca que pareció que esa versión fuera creíble. No había más que ver la habilidad con que los vehículos de Policía y las camionetas del servicio de limpieza sorteaban los hitos varias veces al día sin mayores dificultades. Pero además era evidente que por las calles transversales el camino está expedito para que entren y salgan libremente, e incluso por el cruce de Colón donde con frecuencia faltan bolardos que se no se reponen. De modo que si a algún descerebrado le hubiera dado por cometer salvajadas en la Gran Vía, lo podría haber hecho en aquel momento sin demasiadas complicaciones.

Puestos a fantasear, me gusta más idea de que estos misteriosos sucesos puedan están enmarcados dentro de un fantasmagórico viaje de macetas semovientes que siguen la ruta de los antiguos pastores trashumantes y que aparecen en las poblaciones que tiempo atrás visitaron, desvaneciéndose después sin dejar rastro como si nada hubiera pasado, excepto ese mensaje fugaz como un sentido homenaje y un entrañable recuerdo de los tiempos de la Mesta.

Pastoreo trashumante en un descanso (AHPso)

Ahora bien, si como sería más lógico este quita y pon macetero es obra antropogénica y no de fantasmas sino procedente de los responsables municipales, me parece totalmente despectivo por su parte que no dieran cuenta de ello de forma que la población hubiera estado al tanto de las situación. A no ser que lo que pretendieran fuera mantener viva la imaginación de los vecinos y estimular el ejercicio de su neuronas, lo que por lo antes expuesto puede calificarse de objetivo alcanzado. Ahora bien, eso tiene sus riesgos, y uno de ellos es que los vecinos puedan llegar a la conclusión de que el Ayuntamiento está dirigido por gente con un coeficiente intelectual muy cortito.

viernes, 15 de febrero de 2019

La foto de la boda

Andan un tanto alborotados los concejales del equipo de gobierno municipal por la incertidumbre que supone no saber aún qué pasará con sus sillones, mejor dicho, quiénes se sentarán en ellos y asaltarán los despachos que ahora ocupan, pues sigue sin conocerse a estas fechas la lista y el orden de los candidatos que recibirán el respaldo de su partido y, por consiguiente, el premio que esa designación lleva consigo. El tiempo se comprime y nada se ha hecho público al respecto salvo que el actual alcalde, Narciso de Foxá, que lleva un largo recorrido en ese puesto, mantiene su decision de no presentarse de nuevo para dejar paso –según dice- a savia nueva en el puesto de máxima responsabilidad. Esta circunstancia, que por una parte es un motivo de esperanza por lo que significa una buena ocasión para medrar en el proceloso mundo de la política, por otra puede llevar a los actuales concejales a sentirse en cierto modo huérfanos del amparo que esa especie de padre protector que un jefe o maestro pueda ejercer sobre sus ayudantes o pupilos. Aunque por la debacle sufrida por sus hijos adoptivos de la pasada legislatura (recordemos que todos excepto uno de los responsables de las concejalías fueron defenestrados sin el menor signo de misericordia) entre los que durante los último cuatro años han sido sus substitutos no debe de existir la mínima porción de seguridad como para confiar en que no reciban las mismas muestras de cariño.

Andan un tanto inquietos por esa tardanza en conocer si a los ojos de los nuevos dirigentes de su partido se han portado bien o no, de modo que reciban el respaldo para seguir o la patada para mandarlos de paseo, o -quién sabe- un empujoncito inesperado que puede servir para escalar posiciones (¡ojalá, así sea!) o para descender a los infiernos del ostracismo (¡Dios no lo quiera). Y es que ese estado de desconcierto y de ansiedad no les deja ver que son momentos ciertamente críticos en los que quienes han recibido la gracia de encauzar el rumbo de su formación política están francamente atareados en recuperar el terreno perdido a base de cambiar el mensaje y el lenguaje moderados por otros mucho más contundentes extraídos de la historia de la derecha más recalcitrante, rescatar al druida momificado que tenían escondido y convocar manifestaciones por la unidad sempiterna de España. Sin perder de vista la reciente y molesta aparición de un viejo primo con el que no se trataban, al que no saben si seguir ignorándolo o tenderle la mano por si acaso; algo así como cuando en el colegio no sabíamos si seguir jugando al fútbol en el recreo con aquel compañero tramposillo y aceptar sus chantajes decidiendo siempre a su favor los lances más conflictivos, o mandar a paseo a él y a su pelota, lo que significaba irremisiblemente quedarnos sin jugar.

Andan tan alterados e intranquilos que, según dicen testigos presenciales, no paran de reunirse en sus despachos, costumbre no muy al uso en otros tiempos más reposados y alejados de épocas electorales. Al parecer esas reuniones son tan calientes y echan tanto humo que cuando salen sueltan un apestoso olor a tabaco, a pesar de que el consumo de cigarrillos mediante el procedimiento de inhalar y exhalar los gases generados por su combustión está terminante prohibido en edificios administrativos, lo que se hace extensivo a las casas consistoriales y otras dependencias municipales que son públicos aunque ellos las consideren casi de su propiedad. Y es que, después de tanto tiempo mandando en este Ayuntamiento creen que tienen derecho a comportarse en ellas como en su casa, y y por ello se autoconceden permiso para faltar a los demás en temas tan importantes como la salud y el respeto.



Resultado de las reuniones de concejales

Andan nerviosos y es para estarlo. Según publica la presa local, los sueldos que reciben los ediles de este municipio no son moco de pavo oscilando entre los 65.650 euros que percibe el Alcalde, los 62.368 euros de los tres Tenientes de Alcalde, y los 55.803 asignados al resto de concejales liberados, que se reducen a 4.697 para los que no lo están y a 27.901 euros para los que lo están parcialmente. Eso sin contar otro tipo de asignaciones por asistencia a plenos y comisiones, que suman un buen pellizco si son aplicados y no se van de parranda. De modo que si se piensa un poco en lo que eso significa, es comprensible que sientan preocupación cuando se les pase por el cacumen la idea de tener que renunciar a tan buenas retribuciones a cambio de hacer poco o casi nada, que es la triste valoración que los ciudadanos tenemos de su trabajo. Lo que no es una opinión gratuita sino que se fundamenta en hechos palpables, porque si la anterior legislatura fue más bien escasa en actuaciones de mejora para la ciudad, ésta de ahora ha sido aún peor. Tal es el sentir general.

Sueldos de los ediles de Majadahonda (Soy de M)

Andan también un tanto despistados por tener que volver a trocar el lenguaje moderado dicho con un tono sosegado, torpe e incluso balbuceante que hace tiempo tuvieron que adoptar, por ese otro burlesco y descarado que ya creían enterrado para siempre. Por estar obligados casi a abandonar los gestos amables y educados, para recuperar la chulería y el semblante malencarado. Por tenerse que quitar la barba y el bigote ahora que el líder resucitado ya no lo tiene. Por alisarse y engominarse el pelo y, si es posible, teñirlo de negro zaíno. Alguno hay que, teniendo poca densidad capilar ya está buscando complementos que le devuelvan la apariencia de una cabellera bien poblada. Es tiempo de sacrificios y esos son, entre otros, los que han de hacer para adaptarse a las situaciones cambiantes de su partido y no perder comba en la escalada a los puestos de confianza. También es tiempo de codazos, de dejar a un lado el compañerismo y las amistades y pensar en uno mismo, correr más que los demás y salir más veces en las revistas y los medios. Y aunque les parezca mentira, a hacer cosas que nunca hubieran pensado que harían.

En este sentido me contaba el otro día una amiga que en una reciente comida con la esposa de un concejal, ésta le confesaba que estaba muy preocupada con su marido por los cambios de estaba viendo últimamente en sus hábitos domésticos. Decía que él, que nunca  había mostrado ningún interés por los libros que no fueran el color de su lomo y sus medidas para ordenarlos por altura, andaba ahora enfrascado en su lectura. Sin embargo, contaba que lo que más le extrañaba no era que leyera sino la forma de hacerlo: por lo visto había observado que en lugar de tomarlos de uno en uno y, una vez terminado, coger otro, lo que hacía era vaciar un estante, hojear a toda prisa cada volumen y volver a dejarlo de inmediato en el mismo sitio que estaba antes. Así llevaba haciendo dos semanas con todas las librerías de la casa y ya iba por la segunda vuelta. Que ella supiera, su marido era bastante lento en eso de leer, y más en comprender, y nunca había hecho un curso de lectura rápida ni nada por el estilo. “Dile a tu amiga que no se preocupe” -respondí a la mía- “lo que me cuentas tiene una explicación bien sencilla: está buscando la foto de la boda”.


Novios y padrinos de una boda en El Escorial

martes, 12 de febrero de 2019

Crimen en el cerro

En ese empeño que los próceres municipales muestran en destruir cualquier vestigio de épocas pasadas como si fuera un lastre que hay que echar por la borda a la primera oportunidad, el Ayuntamiento ha demolido los muros que quedaban en pie de la antigua emisora Radio Argentina.

Me hubiera gustado poder haber escrito sobre esas ruinas con la intención de reivindicar esa singular construcción como uno de las escasos edificios históricos que aún se erigían a duras penas en la geografía de Majadahonda, e incluso tratar de hacer un llamamiento para su conservación aunque solo hubiera sido como un elemento asociado al paisaje del sur majariego, pero no me han dado tiempo. Sin embargo, lo que sí puedo hacer ahora es poner de relieve en estas líneas la indiferencia -por no decir desprecio- con que los ediles de este pueblo tratan el patrimonio y la historia de la ciudad donde vivo. Y, de paso, aprovechar para decir una vez más que estos señores a mí no me representan.



Momento de la demolición del edificio de Radio Argentina en Majadahonda (6 de noviembre de 2018)

Al parecer, hacía tiempo que ya rondaban esta idea y desgraciadamente, el 6 de noviembre pasado ejecutaron la sentencia de muerte con la presencia de dos concejales en los que el Sr. Alcalde delegó para evitar más manchas que salpicaran su ya lesionada imagen. Les acompañaban la presidenta de la comunidad de vecinos de una urbanización próxima y su gerente –que llevaban años exigiendo su derribo- y el presidente de la Asociación de Urbanizaciones, que fueron testigos satisfechos del crimen que en esos momentos se estaba cometiendo.

En el video que acompaña a esta noticia en el periódico digital Majadahonda Magazin se da cuenta del proceso de derribo por empuje del cazo de una enorme máquina, que a modo de brutal e insensible verdugo en pocos minutos se acaba con más de 80 años de vida de un centro que en su día fue pionero de las comunicaciones internacionales. Momentos antes, el Concejal de Urbanismo contestó a las preguntas de una reportera sobre las razones y circunstancias de esta operación. Se vio que el Sr. Riquelme, elegante como siempre y con cara no haber roto un plato, tenía el guión bien aprendido y lo soltó de carrerilla; pero también se vio que el discurso era más bien corto y simple, de modo que para dar tiempo volvió a repetir lo mismo dos o tres veces: que si el peligro para los viandantes (como si por allí pasaran más individuos que los grafiteros que pintan las vallas del cementerio, los asistentes al homenaje de los mártires rumanos una vez al año, o los que vierten escombros en los alrededores); que si la suciedad (como si las ruinas fueran las culpables de la desidia municipal en recoger la basura y en perseguir a quienes la arrojan); que si los vecinos llevan reclamando esa actuación hace mucho tiempo (como si el Ayuntamiento fuera diligente en atender las peticiones vecinales), que si bla, bla, bla. Y para terminar, cómo no, la coletilla que venimos escuchando reiteradamente y que ya nos tiene aburridos: que esa construcción era impropia de la calidad de vida que tiene una ciudad como Majadahonda. ¡Tendrá cara dura y poca vergüenza!

El Sr. Riquelme pretende que los ciudadanos nos traguemos esa sarta de hipocresías como si no fuéramos continuamente espectadores -si no víctimas- del abandono en que se encuentran muchos edificios municipales, hasta el punto de que algunos de los cuales presentan tales de deficiencias que podrían calificarse de peligrosos, insalubres y no adecuados a las normas de utilización o evacuación. Lo mismo pasa con las calles, llenas de baches y remiendos, y las aceras, donde cada día es más fácil tropezar y dejarse los piños. Y no es una situación de ahora sino que ya es un mal crónico que arrastra este pueblo desde hace décadas sin que ninguno de los gobiernos municipales de las últimas legislaturas haya tenido la intención de abordar. Así que no nos venga con esas peroratas,  porque no se las cree nadie. El Sr. Riquelme sabe de sobra que la propiedad de los terrenos pertenece al Estado, según las condiciones establecidas en el contrato firmado con la empresa Radiar, S.A. y no a ningún particular como dijo en la entrevista; en cualquier caso, también sabe que la colocación de una valla de protección en torno al edificio cuesta menos que la demolición del mismo, pero que de haber elegido esa opción el Ayuntamiento se obligaría a sí mismo a vallar todas sus parcelas.

Lo que no dice el Sr. Riquelme es que la desidia municipal ha sido manifiesta en lo que se refiere al cuidado de este edificio y su entorno, que se ha abandonado deliberadamente con la esperanza de que se cayera solo y que, como todavía aguantaba, hubo que ayudarle a  base de empujones. Las fotografías adjuntas muestran el estado de la emisora entre los 2011 y 2018 y cómo el avance de la ruina y el deterioro progresivo se ha hecho palpable en los últimos años, en los que la proliferación de escombros y basura a su alrededor ha sido constante sin el menor atisbo de preocupación por parte de los servicios municipales.


Estado del edificio de Radio Argentina en abril de 2011

Estado del edificio de Radio Argentina en noviembre de 2017

Estado del edificio de Radio Argentina en marzo de 2018

El caso es que el analfabetismo cultural de que hacen gala nuestros representantes políticos, tal vez apoyados por informes técnicos y jurídicos municipales, ha echado abajo uno de los pocos resistentes del pasado cuyos restos han hecho desaparecer de inmediato como si en aquel cerro no hubiera estado nunca. Se da la circunstancia de que en abril de 2016, esa construcción había sido incluida dentro del Patrimonio Histórico, Artístico y Cultural de Majadahonda según señala el medio informativo antes citado. Da mucha pena pensar que con esta acción se ha perdido una buena oportunidad de haber convertido la antigua emisora en un museo de la ciudad, un centro de interpretación de las batallas que tuvieron lugar, un taller municipal de comunicaciones, un mirador con excelentes vistas o cualquier centro histórico o cultural de los que Majadahonda demanda. Y más pena, si cabe, presenciar la pasividad de los concejales y partidos de oposición que han sido cómplices en este crimen. Porque si unos se encargaron de apretar el gatillo, otros contribuyeron a engrasar el arma, ajustar el punto de mira y ponérsela en las manos.

Para los registros de Historia quedarán páginas brillantes que protagonizó la emisora, que mucha gente desconoce y ni siquiera imagina. Javier M. Calvo Martínez, en el blog Frente de Batalla recoge la historia y los distintos avatares de este edificio aportando datos de su construcción como estación receptora de radio tras la compra de los terrenos por parte Radiar, S.A., una sociedad de argentinos enamorados de las comunicaciones; de sus primeros años de funcionamiento como estación receptora de las emisiones de Radio Argentina; de los destrozos ocasionados por la guerra civil y su reconstrucción posterior; de su utilización a partir de 1957 como enlace de las comunicaciones de las Bases norteamericanas en España con su Cuartel General en Houston; de su adquisición en 1970 por Telefónica para el tráfico telegráfico internacional; y de su declive cuando las nuevas tecnologías hicieron que sus instalaciones quedaran obsoletas. Desde entonces solo desinterés y abandono.

En la vaguada que se hunde hacia la cuenca del Guadarrama como una parte del relieve que da nombre a esta ciudad, ya no se destaca la silueta que antes emergía del cerro que alberga el cementerio y que se mantenía sosegada, hierática y misteriosa como un silencioso homenaje a los tiempos gloriosos de la radio y el telégrafo. 

Descanse por fin en paz.




sábado, 9 de febrero de 2019

La encuesta de las fiestas

Por primera vez en muchos años el Ayuntamiento ha dado la oportunidad a los vecinos de expresar sus gustos por medio de una encuesta, y lo ha hecho a través de la Concejalía de Hacienda, Desarrollo Económico, Fiestas, Formación, Empleo y Comercio, nombre tan largo como polifacético que da idea de la cantidad de áreas que agrupa. No sé si eso tendrá que ver con el hecho de que se aproximen las lecciones locales o si se debe solamente a un ejercicio de buena gobernanza, aunque por lo inusual de que este tipo de iniciativas provengan desde el gobierno municipal, más me decanto por la primera sospecha que por la segunda, a pesar de que sería la segunda en lugar de la primera la que me haría más ilusión.

De todas formas he de confesar que el simple hecho de que se ofrezca a la ciudadanía la posibilidad de expresar su parecer sobre algo que le concierne ya me parece en sí mismo algo plausible que no me deja indiferente. Lástima que este pequeño referéndum haya tenido una vida tan corta. Digo esto porque cuando me enteré de su existencia por medio de una amiga y decidí participar acudiendo a la Casa de Cultura para recoger la hoja de consulta, ya no quedaban papeletas ni pensaban traer más. Desconozco si la encuesta ha estado disponible en otros centros municipales de modo que pudiera haber llegado a mucha gente, pero lo que no entiendo muy bien es lo reducido del plazo teniendo en cuenta que de lo que se trata en la misma son las fiestas patronales, eventos que se celebran a mediados de septiembre, es decir, dentro de ocho meses, con lo cual no veo dónde están las prisas por mucho que se tarde en prepararlas. Así que, entre lo corto del plazo y la escasa publicidad que se ha dado a este asunto, me imagino que la cantidad de personas que han expresado su parecer será tan reducida en proporción a toda la población,  que las conclusiones a las que pueda llegarse tras su análisis no tienen por qué ser muy representativas del sentir general.



Cartel de las Fiestas Patronales de 2009

La frustración de haber desaprovechado una ocasión de esas que dicen que las pintan calva (por su rareza) no disminuyó por la excusa de la falta de costumbre a toparse con estas sorpresas, ni tampoco redujo la curiosidad por conocer con más detalle el contenido y fondo de esa oportunidad perdida, de modo que le pedí a mi amiga si me podía dar más información al respecto. Tuve la suerte de que Maruja –tal es su nombre-, que es un poco perezosa para estas cosas, no llegó a entregar la hoja ni a rellenarla siquiera escudándose en que las preguntas iban sobre actividades a las que no solía asistir, así que me ofreció la hoja doblada y con destino a la papelera, para que hiciera con ella lo que me viniera en gana.

La consulta se presentaba en un folio a doble cara con el título “ENCUESTA. FIESTAS PATRONALES 2019  y constaba de trece preguntas, la mayoría de ellas con distintas opciones para elegir; algo así como los tests de muchos exámenes, solo que en este caso no se trataba de acertar una respuesta correcta sino de señalar la alternativa que más le gustara a cada cual. Tres de las preguntas eran relativas a los grupos musicales preferidos; dos, a  otras posibles actuaciones aparte de los conjuntos; otras dos se referían a las posibles actividades en la que la gente participó en las celebraciones anteriores y en las que pensaban participar en las próximas; dos también, sobre el pregón y el pregonero. Las cuatro restantes se repartían entre la carpa junto a la plaza de toros, el concurso para el cartel de las fiestas y la mejor hora para los fuegos artificiales que cierran la fiestas; dejando la última para expresar cualquier opinión, consideración o lo que se quisiera en relación con los festejos.

Es un detalle positivo que al menos el último punto, aunque por el orden asignado le tocara el número de la mala suerte, la encuesta permitiera incluir comentarios sobre temas que para los ciudadanos tienen importancia y que no se hubiesen incluido en la misma. Aunque si se fija uno bien, el espacio reservado para la respuesta no es demasiado amplio lo que le lleva pensar a uno que tal vez estuviera diseñado a propósito para que la gente no se explayara con muchos temas o se enrollara sobremanera en unos pocos.


Encuesta sobre las Fiestas Patronales 2019


Mirado con cierta objetividad el cuestionario no es, ni mucho menos, completo. A primera vista se echan en falta aspectos de las fiestas tan controvertidos como los encierros, las corridas de toros, las charangas, el concurso de tapas, las dianas floreadas, las precesiones, las peñas, sus bandas y sus cohetes, por citar algunas. Y tampoco se hace referencia a otras actividades menos discutibles pero asimismo merecedoras de atención como las citas deportivas, los juegos de niños, los campeonatos de mus y de petanca, etc. Ignoro si quien ha confeccionado la encuesta da por hecho que todas ellas son de gusto y satisfacción unánime, y se consideran por  tanto fijas e indiscutibles, o si ha preferido omitir preguntas que puedan dar pie a respuestas que no se desean oir ni evaluar.

No obstante su clara parcialidad, es de agradecer al edil responsable que disponga un rato de su escaso tiempo (por la saturada agenda que debe tener debido a las numerosas áreas que concentra en su Concejalía) para dedicarlo a analizar el parecer de los vecinos. Y será también de agradecer que haga público los resultados de la encuesta, el porcentaje de participación, y el balance general que ha supuesto para la planificación de las fiestas. Sería una forma de comprobar hasta qué punto se han tenido realmente en cuenta las opiniones de la población, y demostrar que esta iniciativa no es solo un gesto vacuo con intenciones electoralistas, o una estrategia del citado para adelantarse a sus competidores en caso de que haya decidido presentarse a Alcalde.

miércoles, 6 de febrero de 2019

El Rey de Majadahonda

La prensa local se hace eco de la inauguración en Majadahonda de una nueva zona canina, esta vez en el parque Cerro del Aire, que con sus casi 2.000 metros cuadrados es la más grande de este tipo, sumándose así a las ya existentes en nuestro municipio.

La noticia es tan relevante que también ha tenido repercusión en periódicos de fuera de nuestra comunidad, siendo merecedora de ocupar titular en las páginas regionales de un diario serio y de fuerte tirada como La Vanguardia.


Área canina en el parque Cerro del Aire 

Como si hubiera poco sitio en nuestro pueblo para estos animales, se les reserva un nuevo y generoso espacio cerrado adicional para su esparcimiento sin reservas. Pero no queda ahí la cosa sino que en éste y en los parques de Goya, Clamart y Ballesol se han instalado asimismo circuitos “agility” en las áreas caninas ya creadas. Estos son, según explican,  espacios de entrenamiento para perros donde, guiados por sus amos, tienen que superar obstáculos, siendo una forma de deporte estimulante y divertido, con el que se trabaja la atención, la agilidad física y mental y la compenetración del perro con su dueño. En cada uno de los cuatro parques indicados se han montado cuatro elementos enfocados al entrenamiento y juego de las mascotas: un balancín, formado por un larguero de madera que el perro tiene que recorrer practicando el equilibrio; una empalizada, compuesta por dos rampas colocadas en forma de A, por las que el perro tiene que subir y bajar; una rueda de salto; y una valla de salto simple. Además, el circuito instalado en el Cerro del Aire cuenta con un “slalom” de cuatro postes colocados a 60 cm de distancia uno de otro que el perro debe recorrer haciendo zigzag.


Área canina en el parque Adolfo Suárez

Otros parques como el de Ferenc Varos, el de Adolfo Suárez, y también el Monte del Pilar ya cuentan con este tipo de circuitos que, según el Ayuntamiento, ha tenido buenos resultados tras haber comprobado el escaso uso de los “pipicanes” debido a sus reducidas dimensiones y con ellos, además de resolver el problema de perros sueltos y excrementos en zonas destinadas al uso común, se da respuesta a la creciente demanda social de espacios de esta tipología. Pero es que, además, está previsto instalarlos en los parques de Delta, Granja del Conde y la Rosaleda Víctimas del Terrorismo; de esta manera prácticamente la totalidad de los parques de Majadahonda contarán con estos gimnasios caninos al aire libre.

Estas actuaciones, que a los dueños de las mascotas les podrá parecer estupendo y por lo que quedarán sumamente agradecidos a los regidores municipales, a quienes por las razones que sean no tenemos bichos nos parece un auténtico disparate. Sobre todo teniendo en cuenta de que a pesar de todas estas concesiones las calles, alcorques, parterres y jardines siguen estando llenos de excrementos y pises de perros sin que se adopten medidas para reducir, controlar y penalizar ese ansia defecadora de los canes y el incivismo de sus dueños o cuidadores.


Área canina en el Monte de Pilar

En Madrid capital y en otros lugares señalados de la geografía nacional, cada 17 d enero los animales son protagonistas de la fiesta de San Antón, su patrón, y entre otras dádivas reciben la bendición eclesial para que gocen de buena salud y bienestar. Aquí somos mucho más prácticos y les regalamos una parcelita colectiva en una zona privilegiada, totalmente equipada para su solaz y diversión, acorde con el nivel de calidad que esta localidad atesora. 

Ante esta realidad uno llega a pensar que en nuestra ciudad reciben mejor trato los animales que las personas, y que el Consistorio de este municipio se preocupa más del bienestar de sus perros que del de sus vecinos. En Majadahonda hay más de 10.000 perros censados y más de 72.000 personas, sin embargo la proporción de las inversiones dirigidas a unos y otras está bastante descompensada, al menos en lo que se refiere al ejercicio físico y el remedio de las necesidades más perentorias.

Un amigo mío, que padece de incontinencia desde hace tiempo, me confesaba que le parecía increíble que los perros estuvieran más cuidados y mejor considerados que la población, y que estaba indignado por esta situación de auténtica demencia. “Tengo que planificar mis paseos con muchísima precaución” –me decía- “para asegurarme que siempre tenga cerca un lugar donde poder aliviarme sin armar un escándalo o ser multado. Aunque no sería la primera ni la última vez que tengo que echar mano a la bragueta escondido entre los coches aparcados. El asombroso que el Ayuntamiento no pare de gastar dineros en áreas de juego y cagaderos para los tusos y que no haya ningún servicio público para la gente en todo el municipio”.

“En la Gran Vía” -continuaba un tanto exaltado- "acaban de cambiar las papeleras y han colocado encima de ellas nuevas cajas con bolsitas para recoger sus cacas como las que ya hay por todo el pueblo ¿Has visto en algún sitio que haya expendedores de pañales o bolsas orinales para personas con problemas como yo?”

Mi amigo tiene parte de razón. Sin llegar a tomar en serio su descabellada proposición de repartir dispensadores de pañales por las calles, merece la pena pensar en que si en nuestro pueblo los perros están más consentidos y reciben mayores atenciones que los ciudadanos, es que algo no funciona bien en nuestra cabeza. En la nuestra y en la de nuestros ediles representantes.

El Rey de Majadahonda


domingo, 3 de febrero de 2019

Una jaula vacía en medio de la plaza

Cuando en la primavera de 2011 abrieron apresuradamente al público la Plaza de la Constitución tras las obras que la dotaron de mayores dimensiones conectándola con la de Jardinillos, y de una nueva configuración incorporando un templete de música y amplias zonas ajardinadas, todo el mundo se preguntaba qué hacía aquella especie de túmulo funerario que se elevaba en el punto central de la explanada y que seguía rodeado de vallas de obra. Luego supimos que era la caseta de un ascensor que, cuando estuvieran terminados los trabajos -eran tiempos preelectorales y había que inaugurar cosas estuvieran como estuvieran- permitiría acceder al aparcamiento subterráneo, al igual que lo haría la escalera que, también encerrada entre las vallas, permanecía semioculta y casi imperceptible.

Me preguntaba entonces cómo era posible que un elemento secundario ocupara el espacio más importante de la plaza rompiendo la perspectiva desde cualquier punto y desfigurando con su presencia la fachada de la Iglesia de Santa Catalina, siendo como era su imagen una de las más antiguas y representativas del municipio.  Pero si me resultaba extraño que a quien se encargase su diseño no se le hubiera ocurrido desplazar ese pegote a cualquier zona más discreta y apartada, todavía me parecía más insólito que los responsables municipales de aprobar el proyecto y vigilar el seguimiento de las obras hubieran permitido ese dislate.


Iglesia de Santa Catalina desde la Plaza de la Constitución (2012)


No contentos con tener un monolito afeando la plaza, tiempo después le añadieron un hermano igual de antiestético al otro lado de escalera. Dieron como razón que eran chimeneas de extracción cuya elevación era necesaria para cumplir las ordenanzas. De modo que ya no eran uno sino dos los emplastos adornando la panorámica y, aunque estuvieran rodeados de muretes formando jardineras, lo que contenían éstas era tierra totalmente pelada que, de tener alguna vez plantas, debió ser el día que doña Esperanza Aguirre visitó la ciudad por aquellas fechas en calidad de Presidenta de la Comunidad y aprovechó -cómo no- para dar el correspondiente discursito y unas cuantas palmaditas en la espalda de nuestro Alcalde.

El tiempo ha demostrado que tanto el ascensor -que nunca ha funcionado- como las chimeneas -que apenas lo hacen, dada la escasa afluencia de vehículos por el subterráneo- son piezas completamente inservibles. Igual le pasa a la escalera, por la cual no se sabe si alguna vez ha subido o bajado alguien que no fueran niños jugando a esconderse o a recoger una pelota y, de tarde en tarde, los servicios de limpieza. Aunque, según los vecinos, también servía de refugio donde parejas de adolescentes daban rienda suelta a su fogosidad, asunto que tenía igualmente preocupado al párroco de la iglesia que tenía que soportar pacientemente que se cometiese pecado tan cerca del sacro lugar.


Plaza de la Constitución vista desde la iglesia (2016)

Un buen día, años atrás, colocaron unas cerrajerías apoyadas en las barandillas de la escalera y allí permanecieron misteriosamente atadas con cadenas sin que cambiaran de posición, pese a los riesgos que suponían sus aristas y partes sobresalientes para los niños que solían jugar alrededor. Otro buen día, después de mucho tiempo y cuando ya nos habíamos acostumbrado a ese acopio de chatarra, desaparecieron sin dejar rastro de forma igualmente misteriosa.

Hace ya varios meses que la escalera ha sido cerrada con unas tramas de acero a modo de enorme jaula con techo, con lo que el nuevo añadido agudiza más aun la fealdad del conjunto haciéndolo ahora todavía más visible. Sin embargo, me alegra que por fin hayan encontrado un provecho a ese engendro, y si es para construir una especie de zoológico en pequeñito, mejor, pues Majadahonda carece de establecimientos de ese tipo en el casco urbano.




Iglesia de Santa Catalina desde la Plaza de la Constitución (2018)

Dada la corta edad de la plaza, es curioso que esta pieza tan controvertida haya cambiado varias veces de apariencia sin que ninguna de ellas pueda considerarse satisfactoria ni a gusto de nadie. Así que no se puede asegurar que no sigan ensayando con ella e introduciendo otras variaciones. De momento, eso es lo que tenemos; lo que ocurre es que hasta hoy no han metido a ningún bicho dentro y, aparte de que queda un poco triste, sigue siendo igual de inútil que antes. Confiemos en que en los presupuestos de este año hayan incluido una partida para poder rellenarlo con algo vistoso. Aunque solo sean unos simples jilgueros que alegren la plaza con sus trinos y jolgorios, para gozo y beneplácito del cura y sus feligreses.