jueves, 22 de agosto de 2019

Agosto en la Gran Vía

Estos días de agosto en que el verano ha entrado en su recta final, la Gran Vía matutina presenta el mismo aspecto de siempre. Cierto es que algo menos nutrida de gente por aquello del calor y las vacaciones, pero sigue conservando sus características habituales: ambiente tranquilo, terrazas concurridas y gente paseando o haciendo recados. Eso sí, buscando las zonas amables más que expuestos al sol a cabeza descubierta. Así, los jubilados, en lugar de caminar en fila de a cinco con las manos a la espalda como hacen normalmente, tienen sus acaloradas conversaciones a la sombra de los magnolios y liquidámbares. En las terrazas que prestan servicio, los clientes degustan sus tardíos desayunos o sus precoces aperitivos buscando el lado oscuro, es decir eligiendo para sentarse aquellos rincones en los que prevalece la penumbra sobre la luz brillante y cegadora. Otras terrazas más perezosas aún tienen las mesas y sillas apiladas en medio de la calle, como de costumbre, a la espera de que aumente la clientela. Tampoco se echan de menos las travesías patrulleras de la Policía Local y de la Guardia Civil, que siguen discurriendo por la calle peatonal en sus coches con preocupante frecuencia, como si estuviéramos permanentemente en los niveles más altos de la Alerta Terrorista.




La Gran Vía de Majadahonda esta mañana

Todo sigue igual. Afortunadamente, ni siquiera los días más tórridos del estío pueden cambiar el inquebrantable modelo de ciudad que tanto esfuerzo y sufrimiento les ha costado a nuestros anteriores regidores, especialmente al más reciente de todos ellos, Narciso de Foxá,  que ha hecho de este tema su bandera y de cuyos logros se ha mostrado tan satisfecho y orgulloso.

Los comercios siguen en su mayoría abiertos, colgando de sus escaparates llamativos carteles con las rebajas de temporada, y los que están cerrados mantienen los mismos anuncios crónicos y descoloridos ofreciéndose en alquiler al mejor postor. Pocos son lo que avisan de un cierre temporal por razones de holganza y menos aún los que se hallan en obras porque, pese a lo que pueda pensarse acerca de que es precisamente este periodo de laxitud canicular la mejor época para las reformas. Lo que en cierto modo es comprensible pues cualquiera asocia estos meses a los de mayor laxitud en la vigilancia y menores recursos municipales para ejercerla, por aquello de que la mitad de los funcionarios están de vacaciones y la otra mitad todavía están acordándose de ellas o a la ansiosa espera para disfrutarlas. Pero no es así ya que en esta ciudad da igual a estos efectos que sea verano, invierno, primavera u otoño, pues en materia de vigilancia y sanción por la comisión de fechorías o irregularidades los responsables municipales mantienen la misma atonía y pasividad los 365 días del año en los 360 grados de su epicentro. Y esta cuestión es tan vox populi que ya nadie se preocupa de hacer las cosas a escondidas. E igualmente es bien conocido que, además de tener un modelo de ciudad envidiable, Majadahonda es el reino de la impunidad, por lo que poco han de temer los que se andan con trastadas, ya sean nativos o extraños.

Nada parece cambiar en este municipio tan admirado dentro y fuera de nuestras fronteras. Y eso es un síntoma que me tiene bastante preocupado porque no sé si obedece a que nuestro recientemente nombrado alcalde José Luis Álvarez Ustarroz y su equipo hayan decidido adoptar como guía esa línea de flojera y continuidad –lo cual me decepcionaría- o se trata solo de una tiempo de tregua a que obligan las vacaciones de los ediles, lo cual me decepcionaría igualmente si no lo tuvieran todo perfectamente organizado de antes; porque de otra manera no se entendería que se fueran de vacaciones. A mí, desde luego, no me entra en la cabeza que si a alguien con cierto sentido de la responsabilidad le contratan para un trabajo en el mes de junio piense en irse de veraneo a continuación. Y lo que es peor: que se vaya. Porque, una de dos: o bien ya se sabe de pe a pa toda la tarea a realizar (cosa improbable, tal como están las cosas en este pueblo), o bien todo eso le importa mucho menos que cumplir religiosamente con el descanso estival. Pero, en cualquier caso, vamos a ver ¿no acaban de empezar? ¿En qué empresa, por muy magnánimo y solidario que sea su jefe, un empleado se va de vacaciones nada más hacerse cargo del puesto? Ni siquiera a los funcionarios (seres privilegiados donde los haya en el sector laboral) les conceden días de asueto a cuenta.

Puede que me equivoque y que esta tranquilidad de ahora solo sea el preludio de grandes novedades y hechos gloriosos, e igual que las tormentas están precedidas de periodos de calma, este tiempo de sosiego sea simplemente el anticipo de cambios importantes. Si así fuera, el equipo de Gobierno municipal puede estar tranquilo porque ahora también los periodistas y merodeadores están con el culo lleno de arena y la barriga alimentada con gambas y cervezas, y no hurgando en los asuntos municipales y reventando sorpresas como cuando desvelaron el secreto que tan celosamente tenía guardado el concejal Eduardo González-Camino para el pregón de las Fiestas Patronales. El Alcalde y todos sus concejales pueden estar tranquilos sí, pero sería importante que no se demoren demasiado pues corren el riesgo de que los ciudadanos lleguen a la conclusión de que se trata de los mismos perros con distintos collares.

lunes, 12 de agosto de 2019

Galardones a los alcorques

No siempre ni de todo lo que sucede en nuestra ciudad tienen la culpa los políticos, aunque no por ello se les pueda eximir de la parte de responsabilidad que les corresponde pues en última instancia es a ellos a quienes se les ha otorgado el derecho y las obligaciones inherentes al control de sus respectivas áreas.

En muchos casos son los empleados municipales, generalmente funcionarios cualificados para el desempeño de sus tareas, los que en un alarde de exposición y puesta en práctica de sus brillantes ideas, hacen gala sin ningún tipo de reserva ni pudor de las facultades por las cuales fueron asignados a sus funciones. Bien es cierto que, por suerte o desgracia, ese prurito exhibicionista solo sale a luz en contadas ocasiones y que generalmente atañe a temas menores; sin embargo esa limitada causalidad no impiden ni reducen las repercusiones que en mayor o menor medida producen en el vecindario. Pongamos como ejemplo ilustrativo un caso de rabiosa actualidad.


Recientemente se ha llevado a cabo el arreglo de los alcorques de las dos hileras de falsos plátanos situadas en la parte en que la Gran Vía se ensancha donde antes se unía la calle del Cristo con la plaza de Colón. Estos árboles, que otrora unían sus ramas como lo hacen muchos congéneres en distintos lugares de nuestra geografía formando paseos abovedados en verde -de los que quizás sea arquetipo el paseo del Espolón en la capital burgalesa- ahora lucen independizados sin saber muy bien por qué: si para preservarlos unos de otros de plagas contagiosas o como tributo a la individualidad, virtud y actitud social que hoy está tan en boga. Al utilizar esa referencia no quiero ni mucho menos comparar nuestro recoleto y minimalista paseo con el que antes he citado, de mucha más entidad, historia y abolengo, pero salvando las dimensiones y las distancias que separan a ambos el nuestro no tiene nada que envidiar al otro que no sea la proximidad del río Arlanza. 

Paseo de plátanos en la Gran Vía de Majadahonda


Paseo del Espolón en Burgos

Estos árboles –decía- han tenido a lo largo de su vida distintos tipos de alcorques en función de las modas o tendencias. La última de ellas, que ahora ha sido sustituida, consistía en una mezcla heterogénea de materiales sintéticos fijos imitando cantos rodados de pequeño tamaño: rígidos en la parte externa, y flexibles en la corona que circunda al tronco. Lo cierto es que había sido una solución más estética que duradera, a la vista del desigual estado de conservación que todavía puede apreciarse en algunos elementos que aún se mantienen en otras zonas de la misma calle, ya que si unos todavía se mantienen en condiciones aceptables otros se muestran bastante deteriorados. Hay una buena parte de ellos que han precisado una intervención anterior a base de sustituir la mayor superficie del hueco por un adoquinado de piezas imitando a un suelo antiguo pero manteniendo el núcleo flexible alrededor del árbol. También en estos casos el transcurrir del tiempo y el empuje vital de la naturaleza ha hecho que muchos de ellos se hayan levantado o deformado, lo que viene a decir que este tipo de soluciones no son adecuadas ya que apenas duran unos cuantos años. 

Estado que presentan algunos alcorques ejecutados con materiales sintéticos

Arreglos realizados en años anteriores

No obstante, el nuevo diseño que ahora presentan es un simple adoquinado de piezas de cemento en color amarillento (bastante feo, por cierto) que por su forma prismática dejan en el centro un hueco de forma rectangular adecuado al tamaño de cada pie, que se rellena –y ahí está la brillante idea- de minúsculas piedrecitas sueltas sin ningún tipo de ligamento o protección. De este modo, lo que inicialmente era un plano nivelado de áridos naturales que quedaban enrasados con los adoquines, se convierte a los pocos días en un boquete desigual que escupe piedrecitas a su alrededor dispersándose cada vez más lejos cuales cuerpos celestes en el cosmos tras el Big Bang. Y, por lo visto, ha debido de gustar porque ese mismo modelo ya se está ejecutando en otras zonas de la Gran Vía.


Nueva solución de alcorques llevada a cabo recientemente

Quienes hayan decidido este modelo son merecedores de las más sinceras felicitaciones. Mi reconocimiento está fundado en los aspectos funcionales más que en los puramente estéticos, que pasarían a un segundo plano. Y estas son las razones: en primer lugar, por el hecho de haber tenido en cuenta que en una zona frecuentada por niños, -no hace falta recordar que en su proximidad se encuentra el único parque infantil de esta vía peatonal- y que los pequeños siempre respetan escrupulosamente todo lo que hay a su alrededor por muy delicado que sea, y por supuesto no suelen hurgar en la tierra ni jugar con piedrecitas por mucho que esas tentaciones se les ponga a su alcance; y en segundo, por haber considerado que en un pueblo donde los perros campan a sus anchas y se les permite miccionar y defecar donde les plazca – y no hace falta ser un experto en comportamiento animal para saber que las esquinas, las farolas y los árboles son sus lugares preferidos- colocar piedrecitas sueltas de relleno en los alcorques no solo es una solución higiénica y duradera sino que tampoco presenta ningún peligro para la salud de los niños que jueguen con ellas y no existe ningún razón para pensar que se las pueden llevar a la boca.

Desde aquí propugno la creación de galardones BIU (Brillantes Ideas Urbanas), distinciones que de instaurarse en nuestro municipio servirían para premiar anualmente a las mejores propuestas para las dotaciones y el equipamiento de nuestras calles y espacios exteriores. Y, por supuesto, que mi voto de esta edición sería para la nueva solución de alcorque. Se lo merece.


martes, 6 de agosto de 2019

Sin cambios apreciables

Han transcurrido ya casi dos meses desde la toma de posesión de los nuevos cargos en la Corporación municipal y apenas se notan cambios en el transcurrir cotidiano de Majadahonda. Bien es verdad que es poco tiempo para apreciar diferencias, pero de ahí a que ni siquiera se perciba un cierto aire desigual o pequeños gestos que a uno le hagan pensar en que las cosas serán distintas va mucha diferencia. Pues bien, ni lo uno ni lo otro, ni lo de más allá. Me atrevería a decir que, por lo que veo, todo lo contrario ya que la sensación de que esta va a ser una legislatura de continuidad cada vez me asalta con cierta inquietud y mayor preocupación.

Para empezar han dejado de distribuir el boletín municipal que últimamente llegaba con bastante puntualidad a los hogares o solían estar a disposición de los vecinos en los edificios públicos. Podría pensarse que como estamos en época de vacaciones no tendría mucho sentido publicarla en estos meses. Pero lo cierto es que la vida no se detiene aunque llegue el verano y que en años precedentes se ha llegado a editar números de la revista en los meses de junio e incluso julio. Así que tiene que ser otro el motivo. Tal vez el nuevo equipo de gobierno haya decidido que cuanta menos información, mejor; o quizás simplemente sea un tema circunstancial y los socios del Partido Popular estén forzando a que la bandera española que aparece en la cabecera de la revista tenga unos centímetros más de presencia, a que algunos de los símbolos que antaño acompañaban a las publicaciones oficiales se vuelvan a insertar en lugares bien visibles, o a cualquier asunto de pequeña importancia pero que muestre bien claras las diferencias con los formatos anteriores. Con el tiempo lo veremos… suponiendo, claro está, que vuelva a editarse.

En lo que se refiere a la ciudad y sus aspectos urbanos todo sigue más o menos igual. Algunas obrillas por ciertas zonas, parcheos en el pedregal de la Gran Vía y pare usted de contar. De otros asuntos se tienen vagas noticias de las que la gente se entera de casualidad o por chivatazos, por ejemplo de que el pregón de las fiestas de este año correrá a cargos de personajes majariegos ligados a los bares y restaurantes más antiguos de nuestra localidad (Sol y Aire, Bar Colón, Bar Niza y la Churrería de la calle Tizona), desvelando el secreto celosamente guardado por el Concejal de Deportes y Fiestas, Eduardo González-Camino.

Este hecho aparente intrascendente dice mucho, sin embargo, del creciente interés que los dirigentes de Majadahonda han demostrado por las Artes, la Cultura y las Ciencias, cediendo a importantes representantes de esos campos el honor de redactar y leer el pregón festivo. Recordemos los agraciados en pasadas ediciones: en 2016, el ex-jugador de fútbol Abelardo Martínez, presidente de la Fundación Atlético de Madrid; en 2017, las jugadores del equipo femenino de hockey-hielo S.A.D. Majadahonda, que se hicieron con los campeonatos de Liga y Copa esa misma temporada; en 2018, el equipo de fútbol masculino Rayo Majadahonda que consiguió el ascenso a Segunda División para la siguiente competición. Que conste, antes de seguir, mi admiración hacia esos jóvenes que nos dan una lección de entrega y pundonor alcanzando metas de difícil logro, teniendo en cuenta el escaso apoyo que reciben de las instituciones y la penuria y el lamentable estado de la mayoría de instalaciones deportivas de nuestro pueblo. Para ellos mi aplauso y mis respetos. Pero a lo que me refiero es que hay otras facetas además del deporte y sus conquistas que también deberían ser reconocidas por el Ayuntamiento.

Como decía, en esa línea ascendente de nivel, este septiembre escucharemos desde el balcón de la Casa Consistorial a los taberneros, que bien se lo tienen merecido. No en vano llevan lustros sirviendo refrigerios, aperitivos, menús y churros a varias generaciones de majariegos. Y no en vano contribuyen a sostener una de las mayores atracciones de nuestras fiestas: el Concurso de Tapas, que este septiembre cumplirá su novena edición. Al paso que vamos, el sector de la hostelería desbancará en breve al hasta ahora auténtico Rey de Majadahonda.

Me pregunto si este reconocimiento oficial no supondrá un nuevo traspié para que se persiga el cumplimiento la Ordenanza reguladora de las terrazas accesorias a establecimientos de hostelería y restauración, iniciativa que nunca ha podido llevarse a efecto por desidia o negligencia de los propios responsables municipales y que ya ha convertido a nuestras calles en el imperio de las mesas y sillas semovientes, que invaden y se expanden por el suelo público sin ningún tipo de control de tal manera que hacen de algunas zonas de nuestra ciudad un territorio impracticable. Ya hemos tratado sobre el mismo tema en varias entradas de este blog (21 y 25 de abril de 2019) y tendremos que seguir haciéndolo mientras continúe la misma pasividad de quienes tienen la obligación de tomar cartas en el asunto.

En la línea continuísta de la marcada por Narciso de Foxá en su etapa al frente de nuestro Ayuntamiento, no parece que a nuestro nuevo Alcalde eso le preocupe demasiado. Lo digo por lo que veo. Y lo que veo es que no solo no se pone coto a las ocupaciones que prohíbe la ordenanza sino que éstas siguen avanzando inexorablemente sin que nadie tenga idea de hasta dónde pueden llegar. Para muestra, unos botones.


Exceso de la ocupación autorizada en terrazas de la Gran Vía

Ocupación total de la franja central en el bulevar Cervantes

Ocupación ilegal en la calle Santa Lucía

Ocupación ilegal en la calle  Luna