Paseaba
el otro día tranquilamente con mis hijos por la Gran Vía camino del
Conservatorio para dejar a uno de ellos en su clase de trompa, cuando de
repente casi fuimos embestidos por un meteoro en forma de ciclista que de
milagro no se llevó por delante al pequeño. Incomprensiblemente no ocurrió nada
grave, salvo el susto de muerte que nos llevamos los tres y unos cuantos
viandantes que presenciaron atónitos la escena. Todos los testigos se quedaron
de piedra e igualmente asustados, no porque les tocase de cerca a ellos sino
porque ya veían a mi hijo bajo las ruedas de aquel agresivo vehículo. Todos menos
el causante del incidente, que siguió a toda velocidad su camino esquivando
personas y otros obstáculos hasta que le perdimos de vista. Gracias a Dios, la cosa
quedó en un sobresalto que casi acaba con mi equilibrio cardiovascular pero no
fue más allá que un desagradable sobresalto y la posterior digestión del
arrebato subsiguiente.
Peor
suerte tuvo mi vecino de abajo. En una situación y lugar similar, a su hija de
seis años la golpeó levemente otro ciclista. Aunque no llegó a tirarla, el
incidente fue tan aparatoso que obligó al velocípedo a detenerse, momento que
aprovechó mi amigo para encararse con su conductor y exigirle disculpas y más
precaución; éste, sin arrugarse lo más mínimo, le respondió que lo que tenía
que hacer es no dejar a la niña suelta y llevarla bien agarradita de la mano
porque es un riesgo para la seguridad el circular sin poder adivinar los
inopinados movimientos de los pequeños. Y de muy mal genio se volvió a montar en
su bicicleta y se marchó sin pedir disculpas ni preocuparse lo más mínimo por
el llanto desconsolado de la pobre hija.
Está
claro que el Ayuntamiento no sabe gestionar lo que tiene que ver con las
bicicletas por muy buenas intenciones que tenga. Un antecedente no muy lejano
es el fracaso del sistema de alquiler público que venía funcionando desde 2011
y que quedó suspendido en junio de 2017 sin muchas explicaciones. Al parecer
las razones que alegaba el Consistorio era la falta de seguridad de las bicicletas debido a un deficiente mantenimiento. Por contra, el argumento de la empresa concesionaria de este servicio era su inviabilidad
económica por su baja utilización. Sin embargo, entendidos en estas cuestiones
consideraban que las causas del poco uso por los vecinos de Majadahonda eran derivadas de la mala planificación, del tipo de
bicicleta prestado y de las características de la red de carriles, entre otros
motivos.
El caso es que desde entonces y a pesar de las reiteradas promesas de que esta prestación quedaría restablecida en un plazo no muy largo, los puntos de préstamo y atraque siguen vacíos y sin muchas perspectivas de que puedan colgarse en ellos otra cosa que añoranza y suciedad. Más de una vez he sido usuario de esas bicis de alquiler y, la verdad, no he tenido muy buenas experiencias. Cuando no le fallaba el cambio, no frenaban o el sillín estaba rajado o el guardabarros rozaba en una rueda o…. No recuerdo ninguna ocasión en que hubiese quedado medianamente satisfecho.
Imágenes para la Historia |
El caso es que desde entonces y a pesar de las reiteradas promesas de que esta prestación quedaría restablecida en un plazo no muy largo, los puntos de préstamo y atraque siguen vacíos y sin muchas perspectivas de que puedan colgarse en ellos otra cosa que añoranza y suciedad. Más de una vez he sido usuario de esas bicis de alquiler y, la verdad, no he tenido muy buenas experiencias. Cuando no le fallaba el cambio, no frenaban o el sillín estaba rajado o el guardabarros rozaba en una rueda o…. No recuerdo ninguna ocasión en que hubiese quedado medianamente satisfecho.
Tampoco
es que la red de carriles-bici sea muy atractiva. Las obras que ampliaron las
escasas rutas que había en nuestra ciudad adolecen de un diseño peculiar
alternando zonas exclusivas con otras compartidas con peatones, muchos cruces
peligrosos, y algunos cambios de dirección imposibles pensados más para
funambulistas saltarines que para ciclistas normales. Algunos tramos se
estrechan de tal manera que uno teme dejarse las rodillas y los tobillos con
las barandillas de protección, las jardineras, los bordillos de los parterres o
los bancos adyacentes a los circuitos. Y si hablamos de los carriles antiguos,
llenos de calvas y baches, mejor es no decir nada sino prestar atención a no
dejarse la llanta en cualquier falla o quebranto. Así que tampoco es de
extrañar que los majariegos sin mucha afición no se sientan entusiasmados por
el uso de esa opción para desplazarse.
Tal
vez por eso quienes van en bicicleta prefieren atajar por el camino más recto
para cruzar el pueblo y, en consecuencia, la Gran Vía que es la calle peatonal
por excelencia de nuestro pueblo se convierte en un trayecto incierto e inseguro
para los viandantes que tienen que estar pendientes de no ser abordados por los
ciclistas que han convertido esa vías en un verdadero velódromo donde algunos
ponen a prueba la potencia de sus piernas alcanzando velocidades increíbles,
otros practican slalom esquivando todo tipo de puertas fijas y en movimiento, y
los más diestros hacen piruetas sobre una rueda elevando la parte contraria
mientras pedalean sin parar.
A
continuación se transcribe el artículo 24 de la Ordenanza de Movilidad de este
municipio, publicada en el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid nº 98, de
26 de abril de 2014,
Artículo
24. Condiciones de circulación de las bicicletas en espacios peatonales.
Las condiciones de circulación de las
bicicletas en los espacios reservados para peatones serán las siguientes:
a) Deberán respetar siempre la preferencia de
los peatones.
b) Adecuarán en todo momento la velocidad a la
de los peatones.
c) Deberán evitar
circular cerca de las fachadas.
En estos espacios, las bicicletas podrán
circular en ambos sentidos de la marcha, y siempre que se respete la prioridad
del peatón, se adecúe la velocidad a la de los viandantes, sin sobrepasar nunca los 10 Km/h, y no se
realicen maniobras negligentes o temerarias que puedan afectar a la seguridad
de los peatones o incomodar su circulación.
El Ayuntamiento podrá establecer zonas
debidamente señalizadas de transito compartido entre peatones y bicicletas. En
estas zonas, las bicicletas deberán atenerse a todas las restricciones
anteriormente impuestas para las zonas peatonales.
Siempre que el ciclista circule por
una zona peatonal en la que haya edificios, deberá mantener una distancia de al
menos 2 metros con la fachada de los mismos.
Los menores de 12 años, bajo la
responsabilidad de la persona que ostente su tutela, podrán circular por las
aceras, andenes y paseos, con triciclos, bicicletas, adecuando su velocidad a
la de los peatones y con sujeción a aquello que dispone el artículo de
circulación de bicicletas en zona de peatones.
Ha de estarse expresamente a lo
previsto en el artículo 21 de la presente ordenanza.
En las zonas de peatones y vías con
prioridad para peatones donde se produzca aglomeración y/o concentración
habitual de personas, el Ayuntamiento establecerá aquellas restricciones que
considere oportunas, señalizando pertinentemente la zona y estableciendo rutas
alternativas seguras para todos los usuarios potenciales.
Se entenderá que hay aglomeración
cuando no sea posible circular dejando siempre 1,5 metros de distancia entre la
bicicleta y cualquiera de los peatones que circulan.
Cuando las restricciones se apliquen a
las bicicletas, se harán extensivas al resto de vehículos no motorizados y
motorizados (excepto los vehículos en servicios especiales).
Cualquiera
que pasee por la Gran Vía podrá comprobar que estas prescripciones raramente se
cumplen. Y me pregunto que si hay unas normas que establecen las condiciones
para circular en bicicleta por las calles peatonales como son la velocidad
límite y las distancias mínimas de separación respecto de las personas, qué
razones justifican que no se obligue a su cumplimiento. Y si, como parece
-aunque yo no lo comparta-, es tan difícil hacer que se respeten, por qué no se
opta por prohibir definitivamente que se circule por ellas a quienes no sean
niños acompañados. O si, como también parece por lo que se ve por doquier, las
autoridades municipales no quieren ser tan radicales porque eso de prohibir
está mal visto, al menos que pongan unos caminos protegidos para quienes optan
por ir a pie puedan sentirse suficientemente seguros y sin el temor de ser
embestidos en cualquier momento. Dejando, eso sí, espacio suficiente para
instalar unas gradas desde las que ver pasar a los esforzados ciclistas.
El velódromo de Majadahonda |
Confiemos
en que los responsables municipales pongan solución pronto a este problema y no esperen
a hacerlo después de que ocurra un accidente grave, como es costumbre. De esa
forma evitarían tener que buscar culpables de las desgracias, cuando lo cierto
es que la única responsabilidad les corresponde a ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario