jueves, 18 de abril de 2019

Indulgencia plenaria

Emulando al execrable dictador cuyos despojos están dando tanto de qué hablar últimamente, nuestro alcalde ha procedido a dejar las cosas atadas y bien atadas antes de marcharse. En un alarde de hábil prestidigitador, con una sutil maniobra la conseguido que se haga efectiva la cesión gratuita de suelo público a una confesión religiosa que, como todos pueden imaginar, no es otra que la Iglesia Católica, Apostólica y Romana en su sección española.

En esta ocasión se trata de una parcela de propiedad municipal en el sector de Roza Martín, un nuevo barrio de ricos cerca del límite con Boadilla que puede llegar a convertirse en una especie de La Florida o La Moraleja pero venido a menos, pues aunque con amplias calles y mejores vistas de la sierra madrileña, su aspecto es a día de hoy bastante desangelado.

Como buen cristiano y con el apoyo de Ciudadanos, Narciso de Foxá ha promovido y llevado a buen término esta iniciativa un tanto contradictoria con el carácter de independencia respecto a las distintas confesiones que a las instituciones de este país les confiere el artículo 16 de nuestra Constitución, haciendo prevaler sus afinidades religiosas y las de su partido político frente a la imparcialidad con que debería gestionarse este tipo de actuaciones, y pese a la oposición de los partidos de izquierda IU PSOE, y las críticas de las  asociaciones vecinales.

Con la quinta parte de siglo XXI casi cumplida, hechos como éste –que, dicho sea de paso, no son excepcionales- demuestran la clara preferencia de las instituciones por una determinada corriente religiosa en detrimento de otras confesiones. La proliferación de las sedes de la iglesia “oficial” y su acertada ubicación mediante dádivas o concesiones contrasta con la penuria con que subsisten otras confesiones cristianas que no reciben el mismo trato y han de reunirse en discretos locales destinados a garajes o uso comercial. Algo parecido sucede con la comunidad musulmana, cuya mezquita se encuentra en medio del campo, frente al polideportivo de La Sacedilla, y que se mantiene tan velada que pasa prácticamente desapercibida. De judíos, masones y otras creencias desconozco sus lugares de reunión, si es que existen, dada la discreción con que sus miembros suelen desenvolverse.


La mezquita de Majadahonda


En cualquier caso, lo que queda claro es que para la mayoría de la Corporación municipal la asistencia religiosa (católica, por supuesto) es una necesidad tan vital para el vecindario majariego, que obliga a la donación del patrimonio por un periodo de larga duración a una institución religiosa que no puede presumir precisamente de ser insolvente o carecer de medios, teniendo en cuenta los haberes que acredita gracias entre otras cosas a los estipendios que recibe directamente de sus feligreses o a través de las contribuciones que el Estado le asigna graciosamente.

Y también queda claro que en nuestro pueblo los partidos políticos que representan a los votantes de derecha pueden discrepar en asuntos terrenales como la construcción del nuevo cementerio porque, en definitiva, ¿qué importancia tiene que no haya sitio para enterrar a los muertos? Ahora bien, en lo que se refiere a las cuestiones espirituales no cabe discusión posible. Con eso no se juega. Todo sea por la salvación de nuestras almas.

Así que, si Dios no lo remedia, Majadahonda tendrá una iglesia más que se sumará a las cinco ya existentes (Santa Catalina Mártir, Santa María, Santo Tomás Moro, Santa Genoveva Torres Morales y Beato Manuel Domingo y Sol) y al resto de congregaciones y centros religiosos de la misma cuerda.

Y Narciso de Foxá habrá conseguido –supongo- un buen crédito para allanar el camino de su salvación en la esfera de lo sobrenatural, ya que la concesión de un nuevo privilegio para la Iglesia como mínimo ha de ser recompensada con el beneplácito de la indulgencia plenaria.



No hay comentarios:

Publicar un comentario