lunes, 30 de diciembre de 2019

Pobres en Majadahonda

En estos días de derroche y desmadre colectivo en los que el gasto desmesurado en fiestas, comidas y regalos es la tónica común de la sociedad, hay quienes justo al lado nuestro no tienen ni para lo más necesario. Y en esto nuestro pueblo no es una excepción. Eso es, al menos, lo que dice la voz oficial del Ayuntamiento en la separata del boletín municipal dedicada al programa de las fiestas navideñas. Lo encontramos en las páginas finales destinadas a reseñar las actividades religiosas en la que hace hincapié en la ayudas a personas necesitadas.



Páginas 38 y 39 del programa de festejos navideños de Majadahonda

Yo no acabo de dilucidar si se debe a algún desliz informativo o es algo totalmente premeditado. Lo digo porque en esta ciudad en la que para su Equipo de Gobierno todo es color de rosa, en esta maravillosa y privilegiada población cuyo modelo pergeñado por sus sucesivos regidores en las últimas décadas es el paradigma del municipio moderno y próspero, admitir que existe gente sin hogar, personas menesterosas que precisan ayuda es algo como decir que aquí también hay pobreza.

Esto no es nada que nos deba sorprender porque aquí pobres ha habido siempre, aunque a nuestros gobernantes no les guste reconocerlo. Hay quien piensa que la irrupción de Vox como fuerza política en nuestro Consistorio y en el Equipo de Gobierno tiene mucho que ver con que se hable abiertamente de estas cosas. El problema de Vox es que para esa formación no todos los pobres son iguales: solo si son españoles de largo pedigrí y católicos confesos son considerados dignos de atención; al resto todo lo más que ofrecen es un billete de vuelta a su lugar de origen para dejen de sangrar a nuestro país. Una forma peculiar de entender el cristianismo.

En cualquier caso, esa es la realidad y es una situación que quizá se haya acentuado con la última crisis económica, pero que se lleva arrastrando desde hace mucho tiempo. A pesar de esa evidencia, que puede contrastarse con la información de Cáritas y la Cruz Roja –por citar dos organizaciones que conocen el problema de cerca y que pueden catalogarse de independientes al carecer de otros intereses que no sean la ayuda al necesitado- nuestro Ayuntamiento prefiere que la Iglesia resuelva esta espinosa cuestión mediante recolecta de ayuda o donativos de sus feligreses en lugar de involucrarse decididamente en atajar esta contrariedad mediante asignaciones presupuestarias acorde con sus ingresos y el supuesto poder adquisitivo de su población.

En el reciente informe DEC 2018, redactado elaborado por la Asociación Estatal de Directoras y Gerentes en Servicios Sociales, que analiza el grado de inversión en servicios sociales y promoción social de los  municipios españoles que superan los 20.000 habitantes y han presentado ante el Ministerio de Hacienda la liquidación de su presupuestos del año 2018, nuestro pueblo sigue ocupando un lugar distinguido dentro del pelotón de los torpes, es decir del grupo de los municipios que siguen siendo precarios en ese aspecto. Para ser justo, hay que decir que hemos avanzado algo ya que ese año se alcanzó la cifra de 49,54 € por habitante en lugar de los 41,05 € del 2017, lo que denota el considerable esfuerzo realizado por uno de los municipios más rico de España de acuerdo con la renta per cápita de sus habitantes.





Si nos atenemos a estos datos, no es de extrañar que tengan que ser los vecinos los que, además de contribuir a esas tareas de forma indirecta con sus impuestos, tengan que acudir al auxilio de los desheredados mediante su acción directa a través de las campañas navideñas. Lo que está muy bien desde el punto de vista de la caridad; pero yo me pregunto si esas personas solo comen en Navidad o lo tienen que hacer todo el año, en cuyo caso esas actividades deberían tener una vigencia permanente.

De todas formas no deja de ser vergonzoso que los responsables municipales, reconociendo esta situación, se desentiendan de ella recurriendo a la caridad ajena para resolver o paliar la penuria de los desfavorecidos a base de donativos, mientras a la Concejalía de Asuntos Sociales destina un presupuesto irrisorio para atender esas necesidades. Eso sí, nuestro modelo de ciudad no se toca aunque para ello tengamos que gastarnos verdaderas fortunas en poblar de flores las rotondas, medianas y parterres durante las cuatro estaciones del año.



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