viernes, 28 de enero de 2022

Novedades en Navidades (1)

Novedades y Navidades son dos vocablos que, aún guardando mucho parecidos en su fonética y ortografía, y tener el mismo número de silabas y pronunciarse con la misma entonación, tienen significados dispares. Pues mientras que una se refiere a un periodo determinado del año, circunscrito a un tiempo concreto y por tanto imbuido de esa característica particular de las cosas enraizadas y repetitivas que tiene todo lo relacionado con la tradición y la cultura popular, la otra atañe a todo lo contrario ya que representa aquellas situaciones que se salen fuera de lo esperado y pueden por ello significar sorpresa al ser totalmente inusuales. También se diferencian en el grado de importancia de su letra inicial, puesto que una suele comenzar por mayúscula y la otra no, salvo que vaya al principio de la frase.

 

Baste, pues, esta retórica introducción para adentrarnos en el tema que hoy nos ocupa y que, curiosamente, tiene que ver con esas dos palabras, unidas a su vez a una tercera que no es otra que la que da nombre a la ciudad donde vivimos. Que nadie se llame a engaño si piensa que el contenido de esta entrada les va a sorprender o si cree que va a quedar atónito con su lectura. Lo más probable es que no sea así y que tal vez por eso quede un tanto desilusionado. Ya lo advierto de antemano: son temas menudos, casi intrascendente y tal vez poco atractivos; pero no he querido dejar pasar la oportunidad de hacerlo, quizá movido sólo por una razón de escasa importancia pero bastante significativa. Y es que ya solo el hecho de que exista un motivo para hablar de novedades en nuestro pueblo constituye en sí mismo una auténtica novedad.

 

Uno de los aconteceres insólitos que nos han traído las Navidades ha sido la ausencia de las revistas municipales correspondientes a los meses del pasado diciembre y el presente enero, hecho que solo tiene un precedente en el año 2018. Es cierto que en ocasiones ha dejado de editarse en alguno de estos meses pero únicamente en aquella ocasión y en ésta se han omitido en ambos. Lo peor de todo es que el boletín tampoco se ha editado en los meses de octubre y noviembre de 2021 sin nada que lo justifique, como no sea que el Equipo de Gobierno haya optado por sucumbir ante la presión que ejerce Vox para que esa publicación se suprima definitivamente. Sea como sea, desde el Ayuntamiento no se ha dado ninguna explicación.

 

No puedo decir que yo sea un forofo de la revista municipal; eso, que quede claro. Pero aunque su formato no sean puntero ni su contenido ameno, y que incluso pueda llegar a considerarse una especie de plataforma de propaganda del partido gobernante, no cabe duda que es un vehículo de información que no debería eliminarse y que, mal que bien, hace partícipes a los vecinos de lo que sucede en su ciudad. Y, si llega a tiempo –cosa que no siempre ocurre-, sirve para estar al tanto de las convocatorias o espectáculos a los que acudir siempre que suscite interés y haya aforo suficiente, circunstancias que raramente coinciden al mismo tiempo. Además, he de admitir que para este blog el boletín constituye una fuente de recursos no desdeñable al cual hemos recurrido en no pocas ocasiones, y que me sentiría muy afectado si tuviera que prescindir de él de ahora en adelante.



Portada del boletín 'Navidad en Majadahonda 2021-2022'



En compensación, el Ayuntamiento ha tenido la gentileza de repartir otra publicación titulada ‘Navidad en Majadahonda 2021-2022una especie de magazine de 28 páginas que viene a ser un programa de los actos y festejos programados para esas fechas. Aunque no faltarán críticas a su modelo, hay que admitir que por lo menos ha dejado a un lado el prototipo de portada casposa y con banderita incluida que venía rigiendo, y ha empleado para su impresión un papel menos grueso, brillante y ostentoso que el anterior, a mi juicio más agradable y ecológico que éste. Sin descartar que habrá quien tenga distinta opinión y considere que ese folleto se parece más a un catálogo comercial de supermercado que a una revista municipal.

 

Como es lógico, su contenido se centra fundamentalmente en destacar los actos que tendrán lugar entre el 9 de diciembre y el 5 de enero, un batiburrillo de actividades lúdicas, culturales  y religiosas previstas para ese periodo. Lo que resulta un poco cargante es la proliferación de adornos navideños insertados por todos los rincones. Bolitas, lacitos y estrellitas invaden las páginas hasta la extenuación. Tanta adorno cósmico a base de estrellas de cinco puntas les hizo a mis hijos mucha ilusión cuando la hojeábamos en busca de ofertas apetecibles. A mí, no tanta; aunque he de decir que me trajo agradables recuerdos de la infancia. Todos los años por estas fechas y hasta que falleció, íbamos la familia al completo de visita a casa del abuelo Lorenzo. Yo siempre aprovechaba esas ocasiones para pedirle que me enseñara su gorra de militar en la que había incrustadas dos estrellas de subteniente. Ver tímidos reflejos que despedían esas piezas metálicas era para mí algo mágico y durante mucho tiempo pensé que algo así, pero mucho más grande y brillante, debía ser la estrella de Belén.




 

Cada cual puede juzgar si la programación elaborada es acertada y completa o no. Supongo que, como ocurre con todas las cosas, las opiniones serán dispares: a unos les parecerá bien y a otros, sin embargo, impropia de una ciudad que presume de tener las cuentas saneadas. Yo prefiero abstenerme. Pero quiero decir algo al respecto y es que, si me dan a elegir entre anunciar con bombo y platillo que la Navidad de Majadahonda era de tal pompa y circunstancia que merecían una distinción internacional (véase la primera entrada de esta bitácora en diciembre de 2018, y las posteriores del año siguiente) y hacerlo de una manera menos engreída y más humilde, me quedo con ésta. Es mejor disfrutar que presumir. Sobre todo cuando no hay motivos para ser vanidoso.





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