lunes, 25 de abril de 2022

Suspensos en Gramática

Al final acudí al psicólogo. Y les puedo confesar que no me arrepiento. Yo no soy muy amigo de utilizar sus servicios, pero reconozco que muchas veces son necesarios para salir de los bucles donde nos metemos. Al fin y al cabo ellos son como cualquier otro profesional, y lo mismo que pedimos la ayuda de un cerrajero cuando se nos rompe la llave dentro del bombillo o llamamos a la grúa cuando se nos para el coche y no hay modo de ponerlo en marcha, el hecho de solicitar  la asistencia de alguien que sabe algo más que nosotros mismos del insondable mundo del cerebro y sus maquinaciones no tiene porqué ser diferente. 

Bueno, no es que sea exactamente igual. Cuando uno va al especialista de la mente piensa que este le va a solucionar los problemas del mismo modo y con la misma rapidez que el cerrajero extrae la llave atorada en el engranaje o el mecánico monta el coche sobre la grúa para llevarlo al taller. Pues no es así, ni mucho menos. El doctor te da unas pistas para que tú mismo hagas lo que consideras que corresponde a su trabajo, de ahí que pienses que su forma de proceder es como si el mecánico te diera las herramientas para que puedas descerrajar el cierre o el gruísta te dijera cómo colocar los arrastres  para elevar el vehículo, mientras ellos se quedan mirando de brazos cruzados. Pero, en fin, en determinadas situaciones uno está tan agobiado por solucionar sus problemas que le parece bien cualquier modo de actuar con tal de resolverlos.

El asesor en comportamientos (¿podríamos llamarle así?) dijo que muchas de las tribulaciones que atormentan a los humanos son elucubraciones mentales que aparecen casi sin darnos cuenta y van creciendo poco a poco hasta convertirse en monstruos fantasmales hasta acabar consumiéndolos. Y que una forma de combatir su evolución consiste en mirar desde fuera cambiando la perspectiva con que vemos las imágenes, y analizando con cierta objetividad todo los que pasa delante de nuestros ojos o a través de las neuronas. No lo dice exactamente así, sino de una forma bastante diferente; pero yo creo que le capté el sentido. Y la verdad es que salí muy animado y deseoso de poner en práctica sus orientaciones.

Nada más llegar a casa comienzo la terapia. Me propongo analizar con cierta distancia las noticias que produjeron el último pescozón, procurando no dejarme llevar por la pasión ni creerme de puntillas todo lo que dicen sino contrastar la letra escrita con la realidad.

Empiezo por la parte verde del gobierno municipal. (Entiéndaseme: digo verde por referirme al color que ese partido político ha decidido adoptar como parte de sus signos distintivos, que viene a ser como la corbata que llevan todos los empleados de una conocida agencia inmobiliaria de no muy buena catalogación entre quienes han sufrido malas experiencias, que es la mayoría de su clientela). En la página del boletín municipal reservada  para esta formación se incluyen  siete fotografías con sus respectivos comentarios y un breve titular. Cuatro de ellas forman parte del grupo llamado “#GraciasAVOX” y la otras tres al de “Participamos en”. Si nos centramos en las primeras vemos que ese grupo municipal no conoce bien el uso correcto de los apelativos cuando aplica el término “desarrollo” al proyecto de la futura Escuela Infantil, dado que ese proyecto está suficientemente desarrollado desde hace varias legislaturas y lo único que hay que hacer es ponerlo en marcha de una vez por todas, sin que hasta el día de hoy se conozca aún la fecha en que se iniciarán las obras.


Recorte de la página 7 del último boletín municipal

Lo mismo ocurre con la foto de la nueva Biblioteca, uso que se quiere dar un edificio de oficinas vacío desde principios de la pandemia. A esta iniciativa se la califica como “en proceso de adquisición” cuando -por lo que he leído en otros medios- solo se han iniciado tanteos para conocer el precio que pone su propietario actual

Idénticamente sucede con la antigua sede de la Policía Local, inmueble que lleva años cerrado y sin uso alguno, y del que se dice que está “en remodelación” para ser destinado a espacios compartidos de trabajo. No hay más que acercarse a la Plaza de los Jardinillos o caminar por la calle de la Iglesia para comprobar que allí no se está haciendo absolutamente nada y que ese edificio y su patio siguen manteniendo la misma situación de abandono de siempre y la población minina habitual.


A continuación paso a releer la hoja del otro grupo municipal que está al frente del gobierno. Compruebo sin acaloramientos que también tiene su aquel. En este caso el error no se produce por confundir las nociones semánticas sino en el empleo de los tiempos verbales. De los ocho conceptos que se citan con el carácter de haber ejecutado puntos incluidos en su programa electoral, siete de ellos recurren al futuro simple o imperfecto, es decir, expresan acciones que tendrán lugar en el futuro suponiendo que llegan a buen puerto -que es este pueblo eso es mucho suponer-, en vez de utilizar el pretérito en cualquiera de sus modalidades (imperfecto, perfecto simple, perfecto compuesto, pluscuamperfecto o anterior) que sería las forma adecuada de hacerlo si con ello quieren decir que esos objetivos ya han sido conseguidos. Evidentemente no pueden decirlo de otro modo sino apelando al porvenir que no es otra cosa sino decir que en los ítems citados estamos en la misma situación que hace tres años y que las palomitas que vuelan junto a sus enunciados son un simple adorno que recuerda el incumplimiento a día de hoy de gran parte de su programa electoral. 


Recorte de la página 4 de último boletín municipal

Esto que digo viene a confirmar que a los grupos políticos que forman el Equipo de Gobierno no les vendrían mal unas lecciones de lecciones de gramática de la lengua española si no quieren que pensemos que, además fallar en otras facultades, también han sido malos estudiantes. 

Y, en lo que se refiere a mis males, esta terapéutica relectura también sirve para que me reconcilie conmigo mismo después de comprobar que, como dice el refrán, del dicho al hecho hay un buen trecho y que, por tanto, aún tengo un poco de margen para poder seguir diciendo lo que digo sin que nadie pueda rebatirlo. Al menos hasta que las supuestas actuaciones que nuestros gobernantes locales dicen haber realizado, lleguen a convertirse en realidad.



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