A esas alturas, la expectante ilusión con la que había iniciado la
lectura del boletín de marzo había entrado en barrena. Faltaba poco para darla
por concluida y el desánimo ya empezaba a manifestarse. Menos mal que ya solo
quedaba la parte que yo considero más entretenida o que, al menos, me produce
más satisfacción.
Se trata de la sección en la que los partidos políticos pueden
expresarse libremente siempre que lo hagan con respeto y consideración. No
importa las mentiras que digan mientras utilicen un lenguaje comedido y no
ofendan a los otros de forma explícita.
Es como una especie de púlpito donde cada clérigo lanza voces a la feligresía
tratando de convencerla de que en su doctrina está la salvación. Y es que para
mí esas páginas normalmente solo contienen mensajes muy concisos que no van
acompañados de argumentos que los apoyen ni pruebas que los acrediten. Algo
parecido al estilo que practican los predicadores americanos en el cual, tras
cada salmo que emiten –a veces compuesto por una sola palabra, e incluso una
sola sílaba-, esperan la respuesta unánime de la audiencia en un juego de
retroalimentación continua. Evidentemente, aquí es distinto porque la
interacción no es presencial, pero ellos –los clérigos- lanzan al aire sus
diatribas –escritas- por lo que pudiera pasar y porque así no tienen necesidad de
salir a la calle a berrear.
Quizá la razón de esa parquedad sea que cada partido dispone de
una sola planilla, lo que si bien no es mala solución para reducir los
disparates que se dicen también es
cierto que resulta un espacio muy escaso que obliga a hacer una selección muy
estricta de su contenido para optimizarlo. Unos cuantos titulares y unas
algunas imágenes es lo que se puede colocar ahí, poco más.
Ignoro el motivo por el cual el reparto de espacio es igual para
todos cuando parece más lógico que, al igual que la asignación del número de
concejales es proporcional al número de votantes (con los ajustes determinados
por la legislación electoral), el espacio en los medios de comunicación
institucionales debería seguir el mismo criterio. De esa forma también de
cumpliría el deseo de los ciudadanos expresado con sus votos, que dispondrían
de lecturas acordes con su ideología política en mayor o menor medida según la
parte de la tarta que a la formación a quien votó le hubiera correspondido.
Pero si se decide por repartir el pastel en partes iguales, en mi
opinión sería un poco más justo aumentar al menos a un par de hojas el espacio
reservado a cada formación. Puede parecer que esa manera de dividir a partes
iguales es bastante democrática. Sin embargo, eso es solo pura teoría porque en
la práctica –al menos en la actual legislatura- los dos partidos que conforman
en Equipo de Gobierno disponen para sus fines 38 de las 40 páginas de la
revista, por la sencilla razón de que ellos controlan su contenido por
mediación de la Concejalía que asume la competencia de la comunicación y del
Gabinete de Prensa que controla directamente el Alcalde.
Bajo mi humilde punto de vista, ampliar la sección para la proclamas
de los partidos políticos que forman el Consistorio podría hacerse fácilmente
sin necesidad de aumentar el grosor de la publicación. He aquí dos posibles soluciones.
Solución A: la sección que corresponde a la programación cultural ocupa en este
número nada menos que siete páginas, incluyendo una información redundante con la
que recogen de una manera más completa y detallada las 52 páginas del boletín que edita aparte la Concejalía de Cultura, por lo que podría
ser suprimida sin mayores problemas. Mas, si no se considera adecuado eliminar esa
duplicidad, vamos con la Solución B: a nada que se comprima un poco el resto de
artículos y noticias a base de reducir el grafismo de los titulares y el tamaño
de las fotografías, quedarían varias carillas libres.
Boletín de la Concejalía de Cultura con la programación cultural de abril y mayo de 2022 |
Lo que sí respeta la preferencia de los majariegos es el orden en
que aparecen los partidos, siendo el primero el que obtuvo más apoyo, y así
sucesivamente hasta el menos votado que, como es natural, es el que cierra la
sección. Si estuviera dispuesto a comentar esas soflamas o diatribas (según se quiera
ver), en coherencia con el método elegido para leer la revista que hube
adoptado después del primer intento, debería hacerlo en orden inverso empezando
con el vocerío de Vox para terminar con las fantasías del Partido Popular,
pasando por el pataleo del PSOE y las denuncias de Ciudadanos. Pero, la verdad,
es algo que se me hace demasiado cuesta arriba. Prefiero que saquen ustedes
mismos sus propias conclusiones, si es que se atreven. Por si alguien no ha
tenido la oportunidad de leer todavía el boletín, o habiéndola tenido pasó de
largo pero ahora quiere meterse en harina, aquí les dejo una reproducción de
esas cuatro hojas para que las disfruten.
Páginas 7, 6, 5 y 4 del boletín municipal de Majadahonda nº 65 |
Y,
pasito a pasito, hemos llegado al mismo punto donde se interrumpió la primera
lectura: la Carta del Alcalde. Una carta que, como decíamos el primer día,
contiene una cuantas perlas en formato comprimido y adolece de enigmáticas omisiones.
Digo esto último porque a pesar de disponer de 38 páginas para hacerlo, el
joven Álvarez Ustarroz no dice ni sola una palabra de cosas que preocupan a los
habitantes de esta ciudad y acerca de las cuales quieren estar enterados. Por
ejemplo, qué va pasar con la piscina de Huerta Vieja tras las muestras de desconcierto e indignación que está expresando la ciudadanía y los clubes deportivos locales sobre su pretendida demolición. O este otro ejemplo: qué está
pasando con la pasarela peatonal de Roza Martín cuyas obras comenzaron hace más de diez meses, y que tan bien iban según
él mismo decía en esa misma página del boletín anterior, pero que lleva tiempo paralizada
habiendo dejado una rotonda destrozada, vallas de protección desperdigadas por
varias zonas, zapatas de hormigón con armaduras apuntando hacia el cielo y
montones de tierra extraída a su vera. Es decir, todo un espectáculo de
temporalidad que tiene las trazas de convertirse en permanente. Aunque, quién
sabe, lo mismo pasa como con la revista y dentro de seis mesas las obras
vuelven a reactivarse. Y otros muchos asuntos más sobre los que se guarda
silencio.
Con estas breves líneas completamos esta pequeña trilogía, en la
que hemos dado un repaso superficial a una publicación recuperada cuya
aparición inesperada nos causó una alegría inicial, que se fue desvaneciendo
poco a poco a medida que íbamos digiriendo su contenido. Asimismo ha servido para
comprobar que da igual si la leemos de adelante para detrás o desde atrás para
delante. Sea cual sea el modo en que lo hagamos, la decepción va imponiéndose
paulatinamente sobre el ilusorio regocijo que significó volver a tenerla en
nuestras manos.
Como pueden imaginar, esto que ahora les confieso no se lo he
dicho a mis pequeños. Todavía son muy chicos para entender lo que quiero decir.
Y, por otra parte, sería muy cruel por mi parte que ellos creyeran que la sorpresa que prepararon con tanto entusiasmo no ha tenido el resultado que esperaban. ¡Pobres angelitos!
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