16.500.000 más o menos. Ese es el número aproximado de resultados que arroja el buscador más
comúnmente utilizado, después de teclear el nombre de Majadahonda. Si dividimos
esa cantidad nada desdeñable entre su número de habitantes (72.940, según la
página web municipal), los vecinos -excluyendo los 8.465 menores de 10 años-
tocarían a casi 231 registros por cabeza, cifra ciertamente elevada para
este tipo de ratios. Con tales guarismos no puede decirse que nuestra ciudad
pase desapercibida en la red, sino todo lo contrario: que da mucho juego para
hablar y escribir sobre ella. Y que, además de la portavocía oficial, hay muchos otros apuntes
y versiones de cada historia.
Podría creerse entonces que está dicho todo sobre esta ciudad, y que es
tanta y tan variada la información disponible acerca de sus aconteceres que no
tiene sentido engrosar la nómina de cronistas con la apertura de una nueva
bitácora. Es una manera de ver las cosas.
Yo pienso, sin embargo, lo contrario. Y me baso en la idea de que cada
espectador tiene una perspectiva diferente de lo que observa y que varía
según sea el ángulo de la posición que ocupa, lo limpia que tenga sus gafas, el
estado de ánimo que en ese momento le embargue, su capacidad para el análisis y
la crítica, y el grado de contaminación que lleve en su mochila; digo éstos por
elegir unos cuantos de los innumerables condicionantes que alteran el resultado
de cada mirada. Por eso encuentro que hablar de lo que sucede en la ciudad que
vivo es una oportunidad para expresar mi opinión sobre historias, sucesos o
situaciones que me afectan, aportando con ello una panorámica particular que, al ser expuesta, puede ser compartida, discrepante o inédita, pero siempre ha de
considerarse válida por el hecho de provenir de uno de sus habitantes.
Cada persona es un mundo que va forjándose con el conocimiento y con la
experiencia que se acumula practicando ese sano ejercicio que es vivir. Cada
mirada es distinta porque se filtra en la idiosincrasia particular y en las
entendederas de cada cual. Cada mensaje es diferente porque expresa todo lo que
se cuece en el caldo interno de cada persona y dimana de su inteligencia
emocional.
Este blog no pretende nada. Simplemente aprovecho la facilidad que permite
el universo cibernético para crear una plataforma desde la cual pueda decir lo
que pienso sobre lo que veo u oigo (o sobre lo que me han dicho u oído) de
cosas que ocurren en esta ciudad. Con esa intención lo abro. Y con la finalidad
de establecer lazos con aquellos que, opinando igual o distinto, se sienten
vivos y permeables a los acontecimientos que suceden a su alrededor, y no se
contentan con enterarse de las noticias sino de ir más allá siendo capaces de
hacerse preguntas y de interesarse en buscar respuestas.
Y lo hago de una manera inocua. Porque no creo que añadir unas decenas más a esos
dieciséis millones y medio de resultados que devuelve la consulta en la Web,
aumente mucho el porcentaje de reparto para cada vecino como para hacerlo
insoportable.
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