lunes, 24 de febrero de 2020

Una estación del 'Far West' en Majadahonda

La Asociación de Vecinos de Majadahonda ha vuelto a poner el dedo en la llaga trayendo de nuevo a la actualidad un asunto en el que ha empleado mucho (y desde hace mucho) tiempo: el lamentable estado en que se encuentra la estación de tren de Cercanías. La asociación denuncia una vez más que la situación del edificio y sus accesos es impropia de una construcción que presta un servicio público en el sector del transporte, y que por ese motivo es utilizada diariamente por muchas personas de este y otros municipios, usuarios que tienen que padecer día tras día unas deficiencias que se han hecho ya endémicas.

Estación de Majadahonda desde el aparcamiento de superficie (AV Majadahonda)

La Estación de Cercanías de Majadahonda fue inaugurada hace ya 31 años, sin que haya sufrido ninguna mejora sustancial desde entonces.  Se encuentra ahora en un decrepitoso estado, ajado; con una escalera automática que casi nunca funciona; con pintadas en sus paredes;  con una escalera de entrada llena de remiendos; un aparcamiento siniestro, sin seguridad; los ascensores, cuando funcionan, son tan reducidos que prácticamente son inutilizables para alguien que vaya en una silla de ruedas o lleve un coche de bebé; y desde hace años los aseos ostentan un letrero que dice “No funcionan por falta de servicio”.

Es un párrafo extraído del blog de la asociación en la entrada correspondiente al  pasado 24 de enero, en la que informa que ha vuelto a dirigirse una vez más a quienes tienen la responsabilidad de subsanar el mal estado de las instalaciones: ADIF, y RENFE. Sin dejar al margen al alcalde de nuestro municipio, que tiene la obligación de velar por el bienestar y la seguridad de los vecinos. Y continúa un poco más adelante:

Como se trata de un asunto ya insostenible, que hace que tengamos una Estación más propia del Far West que de Majadahonda en el siglo XXI, es nuestra intención seguir insistiendo ante ambas empresas y ante nuestro Ayuntamiento para que cada uno asuma sus responsabilidades.

El deplorable estado de conservación del edificio ha sido objeto de denuncia por parte de esta asociación en numerosas ocasiones como se puede comprobar en su bitácora, en la que trata reiteradamente esta situación. Con solo echar un rápido vistazo a sus páginas, encontramos alusiones a este asunto en los post de 12 de junio de 2017,  y 7 de octubre de 2016, por citar las contenidas en el mismo, lo que no quiere decir que antes de la apertura del blog no fuera objeto de preocupación por este colectivo. En este sentido puedo citar alguna referencia, como por ejemplo la convocatoria de una concentración de protesta el 9 de junio de 2016. Sin embargo, no solo ha sido esta plataforma vecinal quien se ha preocupado por esta cuestión; también lo han hecho algunos grupos políticos de la oposición poniendo de manifiesto el problema y presentando mociones para que se actuara al respecto. Asimismo, la prensa local, la televisión regional y algunos medios nacionales se han hecho eco de estas protestas incluyendo noticias expresamente dedicadas al problema.

La estación de Majadahonda se inauguró en 1989 con el fin de sustituir a los apeaderos que existieron hasta entonces en El Plantío, no muy lejos del actual emplazamiento yl cuyas construcciones de estilo típicamente ferroviario todavía se conservan aunque ahora se destinan a otros usos. La red de Cercanías de Madrid acertó al acercar la estación a las vías de comunicación con el pueblo, del que dista aproximadamente 3 km., y posteriormente al levantar un enorme aparcamiento, justo al otro lado de las vías, que permite absorber una gran cantidad de vehículos que los usuarios utilizan para llegar más rápido a él desde todas las barriadas y urbanizaciones de la localidad.



Fotos del antiguo apeadero de  El Plantío (la primera sin fechar y la otra de 1984)

Desde el punto de vista arquitectónico, el edificio no tiene nada de particular visto por fuera. Es una construcción de forma cúbica de dos alturas y paredes ciegas con acabado sencillo, hendida en la parte central por una franja acristalada que sirve portalón en planta baja y de mirador en la superior, y que se prolonga en la cubierta en forma de lucernario abovedado. El fuerte desnivel entre los andenes y el terreno circundante en la puerta principal, se resuelve con una potente escalinata en el acceso a la planta inferior, que significa el primer impedimento para personas con dificultades de movilidad. Pero una vez dentro la cosa se complica todavía más, porque para llegar a los andenes hay que hacer uso de escaleras fijas o mecánicas (cuando funcionan) o de ascensores cuyos embarques no coinciden con los pisos, lo que supone un auténtico suplicio para quienes no tienen otro remedio que utilizarlos. Otro despropósito es la ubicación de las rampas que comunican ambos andenes en la cabecera de éstos, allá donde no llega nadie por temor o por cansancio, y que sin embargo es la única alternativa para las sillas de ruedas.

Pero los problemas no son sólo de movilidad. Como denuncia la asociación de vecinos, las escaleras mecánicas están más tiempo averiadas que en funcionamiento, los aseos públicos están cerrados, la iluminación es pobre, y los servicios de limpia son escasos o deficientes, además de otras lindezas que convierten a esta estación en una de las peores de la red y, desde luego, impropia de un municipio que tiene una población de más de setenta mil habitantes y que se precia de ser uno de los más ricos del país a tenor de su renta per cápita.

En alguna ocasión, el anterior alcalde, Narciso de Foxá, llegó a anunciar con gran satisfacción que había arrancado un compromiso de los gestores ferroviarios para que se acometieran las reformas necesarias. Como tantas promesas del Sr. de Foxá, esa también cayó en saco roto y nunca se llegaron a hacer obras de envergadura sino pequeñas actuaciones para salir del paso. El actual regidor sigue los mismos derroteros: se escuda en que carece de competencia para acometer trabajos que deben hacer otros y se lava las manos, cuando una postura más digna sería la de ejercer presión para que quienes tengan que hacerlo lo hagan. Y también se olvida de otros problemas que sí son de su responsabilidad y que afectan a ese enclave, como son los embotellamientos en horas punta, permitir la ubicación de lavaderos de coches donde no están permitidos, ignorar la colocación de vallas publicitarias que la ordenanza no permite, y no llevar a cabo el adecentamiento general de un entorno que lo pide a voces por ser -no lo olvidemos- la puerta de entrada principal a nuestro municipio desde la A6.


El apeadero de El Plantío en 1906, prerparado para recibir a la reina Victoria Eugenia

Lo que reclamamos los habitantes de Majadahonda no son lujos ni exuberancias. No pretendemos que la estación de ferrocarril recupere el boato que llegó a tener su antiguo apeadero con motivo de la visita del tren real hace poco más de un siglo, no. Lo único que estamos pidiendo es un poco de decencia. Decencia en su aspecto y los servicios que presta, y decencia en el proceder de las empresas que son responsables de su gestión y que ni siquiera de preocupan en cumplir la legislación vigente en materia de accesibilidad, de salud y de seguridad. Y decencia también en nuestros representantes políticos municipales para que no se involucren decididamente en la búsqueda de soluciones en lugar de escurrir el bulto diciendo que eso compete a otros o que el gobierno actual de la nación (del bando contrario) no atiende a sus peticiones, como si el anterior (de su mismo bando) le hubiera hecho caso. ¿O es que tal vez no insistieron mucho?

Desde estas humildes páginas, agradezco a la Asociación de Vecinos de Majadahonda su interés e insistencia en perseguir que se ponga solución a un problema que nos afecta a todos y que incomoda a unos cuantos –ya saben a quiénes me refiero- cuando vuelve a salir en los medios de comunicación. Y a éstos, les pediría un poco de mayor agudeza en el tratamiento de noticias de este tipo. Hay ocasiones en que debe abandonarse la zona de confort y lanzarse al ruedo, emitiendo opiniones y siendo más críticos con quienes debieran hacer y no hacen, o hacen mal. Al menos eso creo yo que es la manera de servir al buen ejercicio periodístico.


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