La Asociación de Vecinos de Majadahonda ha
vuelto a poner el dedo en la llaga trayendo de nuevo a la actualidad un asunto
en el que ha empleado mucho (y desde hace mucho) tiempo: el lamentable estado
en que se encuentra la estación de tren de Cercanías. La asociación denuncia
una vez más que la situación del edificio y sus accesos es impropia de una
construcción que presta un servicio público en el sector del transporte, y que
por ese motivo es utilizada diariamente por muchas personas de este y otros
municipios, usuarios que tienen que padecer día tras día unas deficiencias que
se han hecho ya endémicas.
La Estación de Cercanías de Majadahonda fue
inaugurada hace ya 31 años, sin que haya sufrido ninguna mejora sustancial
desde entonces. Se encuentra ahora en un decrepitoso estado, ajado; con
una escalera automática que casi nunca funciona; con pintadas en sus paredes;
con una escalera de entrada llena de remiendos; un aparcamiento
siniestro, sin seguridad; los ascensores, cuando funcionan, son tan reducidos
que prácticamente son inutilizables para alguien que vaya en una silla de
ruedas o lleve un coche de bebé; y desde hace años los aseos ostentan un
letrero que dice “No funcionan por falta de servicio”.
Es un párrafo
extraído del blog de la asociación en la entrada correspondiente al pasado 24 de enero, en la que informa que ha
vuelto a dirigirse una vez más a quienes tienen la responsabilidad de subsanar
el mal estado de las instalaciones: ADIF, y RENFE. Sin dejar al margen al
alcalde de nuestro municipio, que tiene la obligación de velar por el bienestar
y la seguridad de los vecinos. Y continúa un poco más adelante:
Como se trata de un asunto ya insostenible,
que hace que tengamos una Estación más propia del Far West que de Majadahonda
en el siglo XXI, es nuestra intención seguir insistiendo ante ambas empresas y
ante nuestro Ayuntamiento para que cada uno asuma sus responsabilidades.
El deplorable estado
de conservación del edificio ha sido objeto de denuncia por parte de esta
asociación en numerosas ocasiones como se puede comprobar en su bitácora, en la
que trata reiteradamente esta situación. Con solo echar un rápido vistazo a sus
páginas, encontramos alusiones a este asunto en los post de 12 de junio de 2017, y 7 de octubre de 2016, por citar las contenidas en el mismo, lo que no quiere decir que antes de la apertura del blog no fuera objeto de preocupación por este colectivo. En este sentido puedo citar alguna referencia, como por ejemplo la convocatoria de una concentración de protesta el 9 de junio de 2016. Sin embargo, no solo ha sido esta plataforma vecinal quien se ha
preocupado por esta cuestión; también lo han hecho algunos grupos políticos de la oposición poniendo de manifiesto el problema
y presentando mociones para que se actuara al respecto. Asimismo, la prensa local, la televisión regional y algunos medios nacionales se han hecho eco de estas protestas incluyendo
noticias expresamente dedicadas al problema.
La estación de Majadahonda se inauguró en 1989 con el fin de sustituir a los
apeaderos que existieron hasta entonces en El Plantío, no muy lejos del actual emplazamiento yl cuyas construcciones
de estilo típicamente ferroviario todavía se conservan aunque ahora se destinan
a otros usos. La red de Cercanías de Madrid acertó al acercar la estación a las
vías de comunicación con el pueblo, del que dista aproximadamente 3 km., y
posteriormente al levantar un enorme aparcamiento, justo al otro lado de las
vías, que permite absorber una gran cantidad de vehículos que los usuarios
utilizan para llegar más rápido a él desde todas las barriadas y urbanizaciones
de la localidad.
Fotos del antiguo apeadero de El Plantío (la primera sin fechar y la otra de 1984) |
Desde el punto de
vista arquitectónico, el edificio no tiene nada de particular visto por fuera.
Es una construcción de forma cúbica de dos alturas y paredes ciegas con acabado
sencillo, hendida en la parte central por una franja acristalada que sirve
portalón en planta baja y de mirador en la superior, y que se prolonga en la
cubierta en forma de lucernario abovedado. El fuerte desnivel entre los andenes
y el terreno circundante en la puerta principal, se resuelve con una potente
escalinata en el acceso a la planta inferior, que significa el primer
impedimento para personas con dificultades de movilidad. Pero una vez dentro la
cosa se complica todavía más, porque para llegar a los andenes hay que hacer
uso de escaleras fijas o mecánicas (cuando funcionan) o de ascensores cuyos
embarques no coinciden con los pisos, lo que supone un auténtico suplicio para
quienes no tienen otro remedio que utilizarlos. Otro despropósito es la
ubicación de las rampas que comunican ambos andenes en la cabecera de éstos,
allá donde no llega nadie por temor o por cansancio, y que sin embargo es la
única alternativa para las sillas de ruedas.
Pero los problemas no
son sólo de movilidad. Como denuncia la asociación de vecinos, las escaleras
mecánicas están más tiempo averiadas que en funcionamiento, los aseos públicos están
cerrados, la iluminación es pobre, y los servicios de limpia son escasos o
deficientes, además de otras lindezas que convierten a esta estación en una de
las peores de la red y, desde luego, impropia de un municipio que tiene una
población de más de setenta mil habitantes y que se precia de ser uno de los
más ricos del país a tenor de su renta per cápita.
En alguna ocasión, el
anterior alcalde, Narciso de Foxá, llegó a anunciar con gran satisfacción que
había arrancado un compromiso de los gestores ferroviarios para que se acometieran las reformas necesarias. Como
tantas promesas del Sr. de Foxá, esa también cayó en saco roto y nunca se
llegaron a hacer obras de envergadura sino pequeñas actuaciones para salir del
paso. El actual regidor sigue los mismos derroteros: se escuda en que carece de
competencia para acometer trabajos que deben hacer otros y se lava las manos,
cuando una postura más digna sería la de ejercer presión para que quienes
tengan que hacerlo lo hagan. Y también se olvida de otros problemas que sí son
de su responsabilidad y que afectan a ese enclave, como son los
embotellamientos en horas punta, permitir la ubicación de lavaderos de coches
donde no están permitidos, ignorar la colocación de vallas publicitarias que la
ordenanza no permite, y no llevar a cabo el adecentamiento general de un entorno
que lo pide a voces por ser -no lo olvidemos- la puerta de entrada principal a
nuestro municipio desde la A6.
El apeadero de El Plantío en 1906, prerparado para recibir a la reina Victoria Eugenia |
Lo que reclamamos los
habitantes de Majadahonda no son lujos ni exuberancias. No pretendemos que la
estación de ferrocarril recupere el boato que llegó a tener su antiguo apeadero
con motivo de la visita del tren real
hace poco más de un siglo, no. Lo único que estamos pidiendo es un poco de
decencia. Decencia en su aspecto y los servicios que presta, y decencia en el
proceder de las empresas que son responsables de su gestión y que ni siquiera
de preocupan en cumplir la legislación vigente en materia de accesibilidad, de
salud y de seguridad. Y decencia también en nuestros representantes políticos
municipales para que no se involucren decididamente en la búsqueda de
soluciones en lugar de escurrir el bulto diciendo que eso compete a otros o que
el gobierno actual de la nación (del bando contrario) no atiende a sus
peticiones, como si el anterior (de su mismo bando) le hubiera hecho caso. ¿O
es que tal vez no insistieron mucho?
Desde estas humildes páginas,
agradezco a la Asociación de Vecinos de Majadahonda su interés e insistencia en
perseguir que se ponga solución a un problema que nos afecta a todos y que incomoda
a unos cuantos –ya saben a quiénes me refiero- cuando vuelve a salir en los medios
de comunicación. Y a éstos, les pediría un poco de mayor agudeza en el tratamiento
de noticias de este tipo. Hay ocasiones en que debe abandonarse la zona de confort y lanzarse al ruedo,
emitiendo opiniones y siendo más críticos con quienes debieran hacer y no hacen, o hacen
mal. Al menos eso creo yo que es la manera de servir al buen ejercicio periodístico.
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