Andan
un tanto alborotados los concejales del equipo de gobierno municipal por la
incertidumbre que supone no saber aún qué pasará con sus sillones, mejor dicho,
quiénes se sentarán en ellos y asaltarán los despachos que ahora ocupan, pues
sigue sin conocerse a estas fechas la lista y el orden de los candidatos que
recibirán el respaldo de su partido y, por consiguiente, el premio que esa
designación lleva consigo. El tiempo se comprime y nada se ha hecho público al
respecto salvo que el actual alcalde, Narciso de Foxá, que lleva un largo
recorrido en ese puesto, mantiene
su decision de no presentarse de nuevo para dejar paso –según dice- a
savia nueva en el puesto de máxima responsabilidad. Esta circunstancia, que por
una parte es un motivo de esperanza por lo que significa una buena ocasión para
medrar en el proceloso mundo de la política, por otra puede llevar a los
actuales concejales a sentirse en cierto modo huérfanos del amparo que esa
especie de padre protector que un jefe o maestro pueda ejercer sobre sus
ayudantes o pupilos. Aunque por la debacle sufrida por sus hijos adoptivos de
la pasada legislatura (recordemos que todos excepto uno de los responsables de
las concejalías fueron defenestrados sin el menor signo de misericordia) entre
los que durante los último cuatro años han sido sus substitutos no debe de
existir la mínima porción de seguridad como para confiar en que no reciban las
mismas muestras de cariño.
Andan
un tanto inquietos por esa tardanza en conocer si a los ojos de los nuevos
dirigentes de su partido se han portado bien o no, de modo que reciban el
respaldo para seguir o la patada para mandarlos de paseo, o -quién sabe- un
empujoncito inesperado que puede servir para escalar posiciones (¡ojalá, así
sea!) o para descender a los infiernos del ostracismo (¡Dios no lo quiera). Y
es que ese estado de desconcierto y de ansiedad no les deja ver que son
momentos ciertamente críticos en los que quienes han recibido la gracia de
encauzar el rumbo de su formación política están francamente atareados en recuperar
el terreno perdido a base de cambiar el mensaje y el lenguaje moderados por
otros mucho más contundentes extraídos de la historia de la derecha más
recalcitrante, rescatar al druida momificado que tenían escondido y convocar
manifestaciones por la unidad sempiterna de España. Sin perder de vista la
reciente y molesta aparición de un viejo primo con el que no se trataban, al
que no saben si seguir ignorándolo o tenderle la mano por si acaso; algo así
como cuando en el colegio no sabíamos si seguir jugando al fútbol en el recreo
con aquel compañero tramposillo y aceptar sus chantajes decidiendo siempre a su
favor los lances más conflictivos, o mandar a paseo a él y a su pelota, lo que
significaba irremisiblemente quedarnos sin jugar.
Andan
tan alterados e intranquilos que, según dicen testigos presenciales, no paran
de reunirse en sus despachos, costumbre no muy al uso en otros tiempos más
reposados y alejados de épocas electorales. Al parecer esas reuniones son tan calientes
y echan tanto humo que cuando salen sueltan un apestoso olor a tabaco, a pesar
de que el consumo de cigarrillos mediante el procedimiento de inhalar y exhalar
los gases generados por su combustión está terminante prohibido en edificios
administrativos, lo que se hace extensivo a las casas consistoriales y otras
dependencias municipales que son públicos aunque ellos las consideren casi de
su propiedad. Y es que, después de tanto tiempo mandando en este Ayuntamiento
creen que tienen derecho a comportarse en ellas como en su casa, y y por ello
se autoconceden permiso para faltar a los demás en temas tan importantes como
la salud y el respeto.
Resultado de las reuniones de concejales |
Andan
nerviosos y es para estarlo. Según publica la presa local, los sueldos que
reciben los ediles de este municipio no son moco de pavo oscilando entre los 65.650
euros que percibe el Alcalde, los 62.368 euros de los tres Tenientes de
Alcalde, y los 55.803 asignados al resto de concejales liberados, que se
reducen a 4.697 para los que no lo están y a 27.901 euros para los que lo están
parcialmente. Eso sin contar otro tipo de asignaciones por asistencia a plenos
y comisiones, que suman un buen pellizco si son aplicados y no se van de
parranda. De modo que si se piensa un poco en lo que eso significa, es
comprensible que sientan preocupación cuando se les pase por el cacumen la idea
de tener que renunciar a tan buenas retribuciones a cambio de hacer poco o casi
nada, que es la triste valoración que los ciudadanos tenemos de su trabajo. Lo
que no es una opinión gratuita sino que se fundamenta en hechos palpables,
porque si la anterior legislatura fue más bien escasa en actuaciones de mejora
para la ciudad, ésta de ahora ha sido aún peor. Tal es el sentir general.
Andan
también un tanto despistados por tener que volver a trocar el lenguaje moderado
dicho con un tono sosegado, torpe e incluso balbuceante que hace tiempo
tuvieron que adoptar, por ese otro burlesco y descarado que ya creían enterrado
para siempre. Por estar obligados casi a abandonar los gestos amables y
educados, para recuperar la chulería y el semblante malencarado. Por tenerse
que quitar la barba y el bigote ahora que el líder resucitado ya no lo tiene.
Por alisarse y engominarse el pelo y, si es posible, teñirlo de negro zaíno.
Alguno hay que, teniendo poca densidad capilar ya está buscando complementos
que le devuelvan la apariencia de una cabellera bien poblada. Es tiempo de
sacrificios y esos son, entre otros, los que han de hacer para adaptarse a las
situaciones cambiantes de su partido y no perder comba en la escalada a los
puestos de confianza. También es tiempo de codazos, de dejar a un lado el
compañerismo y las amistades y pensar en uno mismo, correr más que los demás y
salir más veces en las revistas y los medios. Y aunque les parezca mentira, a hacer
cosas que nunca hubieran pensado que harían.
En
este sentido me contaba el otro día una amiga que en una reciente comida con la
esposa de un concejal, ésta le confesaba que estaba muy preocupada con su
marido por los cambios de estaba viendo últimamente en sus hábitos domésticos.
Decía que él, que nunca había mostrado
ningún interés por los libros que no fueran el color de su lomo y sus medidas
para ordenarlos por altura, andaba ahora enfrascado en su lectura. Sin embargo,
contaba que lo que más le extrañaba no era que leyera sino la forma de hacerlo:
por lo visto había observado que en lugar de tomarlos de uno en uno y, una vez terminado, coger otro, lo que hacía era vaciar un estante, hojear
a toda prisa cada volumen y volver a dejarlo de inmediato en el mismo sitio que
estaba antes. Así llevaba haciendo dos semanas con todas las librerías de la casa
y ya iba por la segunda vuelta. Que ella supiera, su marido era bastante lento
en eso de leer, y más en comprender, y nunca había hecho un curso de lectura
rápida ni nada por el estilo. “Dile a tu amiga que no se preocupe” -respondí a
la mía- “lo que me cuentas tiene una explicación bien sencilla: está buscando
la foto de la boda”.
Novios y padrinos de una boda en El Escorial |
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